Si observamos las imágenes de aquel Udinese-Napoli del primer día de febrero de 1987, veremos el sol brillar. Pero era un toque de maquillaje meteorológico: allí en Udine, arriba y a la derecha del mapa italiano, hacía una tarde dominical gélida, con lógicas consecuencias sobre el césped, que estaba congelado. La pista nos la da el cinturón blanco que rodeaba al terreno de juego: ¡la nieve que poco antes sepultaba el pasto!
No eran, de nuevo, las mejores condiciones para que ‘D10s’ también reluciera. Porque además, su tobillo izquierdo de museo seguía algo maltrecho. Tuvo que dejar el anterior Napoli-Brescia (dos semanas antes) en el minuto 62, por culpa de lo que le dolía tal articulación. Y después, no faltó a su compromiso para jugar un partido benéfico de Unicef en Japón. En el estadio Friuli actuó como delantero centro, en un intento del entrenador Bianchi de no forzarle.
Pero la rompió, una vez más. Entró poco en juego, pero cuando pudo tocar cuero dio una clase magistral de regates y cambios de juegos descomunales, aliñada con un par de goles. El primero más protocolario, de ‘penal’ engañando al portero Abate como solo él sabía. Y el segundo, un golazo de los que no lo parecen tanto.
Corría el minuto 42, ya con el 0-1 antes descrito. En una buena combinación partenopea, el pelotero Romano profundiza en diagonal para el ‘Pibe de Oro’, inteligentemente desmarcado. Con el primer control orientado, el ‘10’ entra al área, perseguido de muy cerca por un zaguero.
El meta Abate sale de su puerta y se tira a sus pies, pero el crack cruza la pelota picándola con una clase insolente, elevándola apenas un centímetro sobre la pierna extendida del arquero. ¡Magnífico! 0-3 fue el resultado final. Aún quedaba mucha Serie A, pero el ‘Burro’ encabezaba la carrera e iba sacando cuerpos.
P.D. La enciclopedia ‘Maradona, obras completas’ recoge un sinfín de pasajes y datos acerca de la carrera del ‘10’, como los que acabas de leer. Si te interesa hacerte con una, escríbenos: