(1985) Derechazo, rebote y tanto de “Dios”

El Maradona 84-85, con la camiseta Cirio. Fuente: LearnEnglishThroughFootball.

“No lo ha hecho Maradona, lo ha hecho Dios”. Sí, son palabras de Diego Armando. Pero no, no se refiere a su famosa Mano contra los ingleses: faltaba más de un año para que se la inventase. En cambio, las dijo en italiano en un anónimo Napoli-Ascoli de su primera temporada en el sur de la ‘Bota’.

Fuera de contexto, como aparece a menudo en documentales sobre el ‘10’, la frase parece una declaración de divina soberbia. Pero el ‘10’ se refería a algo bien distinto.

«Non lo ha fatto Maradona, lo ha fatto Dio».

Situémonos: Serie A 84-85, jornada número 24 de las 30 del campionato. Tras una primera vuelta coqueteando con los puestos de descenso, el Napoli había reaccionado a base de fútbol ‘práctico’ (¿por qué no se le llama así cuando se juega bonito y da resultados?), con los argentinos Maradona y Bertoni inventando arriba.

El llamado ‘Burro’ tenía de pronto opciones de entrar en UEFA, y aquella tarde de hace 36 años visitaba San Paolo el Ascoli de Boskov, Dirceu y Patrico Hernández, que luchaba por salir del descenso. Pero el partido fue malísimo por los de casa, que solo llegaron con peligro a balón parado. Controlaron el balón los visitantes, que se adelantaron con merecimiento en la segunda parte.

Se mascaba la derrota hasta que el tesón Maradona, Dios y la diosa Fortuna se aliaron con el Napoli en el 84. El ‘Pelusa’ aprovechó un fallo en el despeje de un centro a la corona del área y lo bajó con el pecho, pero se le fue hacia la derecha. Con esfuerzo, acertó a rematar ¡con la diestra!, sin ángulo ni mucha fuerza. Pero la suerte es para quienes la buscan: el esférico rebotó en la rodilla del portero Corti, su trayectoria cambió a parabólica y superó al sorprendido Nicolini, que guardaba la línea de gol (1-1 definitivo). Aquí, los dos tantos del encuentro:

Y tras la ducha, ahí viene su propia explicación a la jugada: el tanto “non lo ha fatto Maradona, lo ha fatto Dio”. De hecho, “hemos jugado un partido horrible”, y el Napoli “no se merece clasificarse para la UEFA”. Así sería…

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(1986) El amistoso más excéntrico de Maradona

En San Paolo y contra el Napoli, ¡habráse visto…! Fuente: twb22.blogspot.com.

Apenas restaban dos meses y unos días para que echara a andar el balón en el Mundial de México ’86. Y en la Albiceleste todo eran dudas y críticas. El seleccionador Carlos Bilardo llevaba ya años en el cargo, pero el gris juego del equipo y sus propias tácticas no habían convencido nunca a la opinión pública de su país.

Además, el ‘Doctor’ tenía un problema añadido. A diferencia de su antecesor en el cargo (su enemigo íntimo César Luis Menotti), no podía organizar grandes concentraciones con todos sus hombres, pues un buen número de los internacionales jugaban ya en el extranjero –empezando por el Maradona napolitano, sin ir más lejos-. Por eso, el ‘Narigón’ aprovechó un fin de semana de descanso de la Serie A 85-86 para montar una minigira de tres amistosos por Europa, dos de ellos contra clubes, no selecciones.

Argentina cayó merecidamente contra Francia en París (2-0). Pero el momentazo se vivió tres días más tarde, en aquel sábado 29 de marzo de 1986, en el que la Albiceleste visitó… ¡el estadio de San Paolo, meca maradoniana!, que solo registró media entrada. Y enfrente, claro, estaba el Napoli de Diego, sin Diego.

Probablemente el ‘10’ nunca se sintió tan extraño, marcado por sus compañeros más habituales de vestuario. Evidentemente, este encuentro jamás habría existido de no haber llegado él al pie del Vesubio. Todo fue raro de principio a fin, incluso por lo más entendible: la celeste y blanca no iba de tal, sino de blanco, por lógico parecido con la camiseta azul de los partenopeos.

Fuente: twb22.blogspot.com

Pero además, el prestigioso Daniel Bertoni, jugador argentino del Napoli y mundialista en 1978 y 1982, supo que no sumaría su tercera presencia en la Copa máxima, porque jugó para los italianos. Ni mucho menos Barbas, futbolista rioplatense del Lecce, presente en España ’82 y amigo personal del ‘Pelusa’, que ese día también reforzó a los napolitanos…

El resultado fue lo de menos. Ni Argentina ni Maradona brillaron pese a la victoria por 1-2 en esta pequeña verbena, goles de Pasculli y Garré para los sudamericanos y Pecci para los anfitriones. Poco hacía presagiar aún lo que pasaría en el estadio Azteca…

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(1990) Napoli-Juve: despierta la fiera dormida

Fuente: footballmusings.home.blog

La Serie A 89-90 estaba aceleradísima, para que la liga italiana terminara a finales de abril y el país entero se centrara en el Mundial de 1990, que llevaba años preparando. Por eso, aquel Napoli-Juventus celebrado en San Paolo hoy hace 31 años suponía ya la jornada número 30 de las 34 del campionato, y con los sureños peleando por el segundo Scudetto de su historia.

Maradona, recordemos, llevaba hasta ahí un curso de claroscuros. A principios de campaña, declarado en rebeldía para que lo traspasaran (no tuvo éxito), retornó de las vacaciones un mes más tarde de lo debido, pasado de kilos y cuando la competición liguera había consumido sus cuatro primeros peldaños. Precisamente con el reto máximo de fondo (tratar de revalidad en Italia ’90 la corona de México ’86), le prometió al nuevo y dialogante técnico Albertino Bigon que se pondría en forma.

Bien, no había sido tan así. Aunque siempre se las arreglaba para marcar el gol decisivo o enviar la asistencia perfecta, la campaña de Diego Armando había sido un carrusel de altibajos, con aparentes mejorías transitorias y súbitos desplomes y dimisiones de los entrenamientos. En el último tramo pareció disciplinarse e ir mejorando definitivamente, pero poco a poco.

Así que incluso sorprendió la auténtica exhibición de fútbol que regaló a los hinchas partenopeos aquel domingo primaveral contra el archienemigo. La Juve se presentó en la capital del sur aún con remotas opciones de título, al que realmente aspiraban el Milan y los napolitanos. Pero los turineses no tuvieron nada que hacer ante un ‘10’ desatado como hacía cerca de un par de años que no se veía (en el vídeo, sus intervenciones):

Grazie, R9godmagic!

El genio argentino firmó dos bellos goles, los dos primeros del 3-1 final. Uno tras recibir en el punto de penalti de espaldas al arco: controló con la diestra y ajustició a Tacconi a la media vuelta, raso y cruzado con la zurda. El otro, en un tiro de falta lejano y centrado, que entró pegado al poste y por bajo, pese a la vehemente colocación de barrera del arquero bianconero.

Pero no solo fue eso. Físicamente pareció otro, enchufado y brioso a lo México ‘86. No dejó de atacar, desbordar, pensar, correr, asistir, regatear… y los rivales solo pudieron sujetarlo a base de agarrones. Relevado por Mauro a seis minutos del final, la ovación que le dedicó San Paolo entero fue de órdago.

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(1991) Borroso adiós del hombre que cambió al Napoli

Fotograma de un encuentro triste.

La irrepetible carrera italiana de Diego Armando Maradona terminó hoy hace 30 años. Aquel domingo, el Napoli que llevaba siete temporadas liderando fue barrido por la Sampdoria de Génova, inminente campeón, en su campo de Marassi (4-1). A la semana siguiente saltaría la noticia del doping positivo por cocaína del crack, producto de un control realizado tras el Napoli-Bari de la anterior jornada.

Por tanto, oficialmente no se sabía que era el adiós del ‘10’, pero ya todo pareció deslavazado. Ni siquiera el equipo celeste parecía ser él, ya que vistió una poco habitual equipación de camiseta roja con detalles blancos y pantalón azul. Y en el campo, al ‘Burro’ le cayeron dichos cuatro de los blucerchiati, como en la primera vuelta.

Maradona, bajo de forma casi todo el curso, jugó sin energía ni convicción, quién sabe si callado sabedor de lo que se le venía encima. Para la contabilidad dejó, eso sí, su último tanto como partenopeo, un penalti de poco valor (fue el 3-1) en el que resolvió ante el meta Pagliuca. Esa tarde en realidad marcó tres veces: el mismo penalti en un primer intento, transformado pero que el árbitro mandó repetir; y un tanto tras regatear al portero, invalidado por fuera de juego.

El último disparo certero en Italia.

De esta triste forma terminaba sobre el césped la mayor epopeya jamás contada. Fueron 259 partidos oficiales maradonianos en Nápoles, con 115 goles, miles de jugadas irrepetibles… y el equipo situado en cotas que nunca había visitado, ni ha vuelto a conquistar.

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(1991) El ‘10’ encarrila una Coppa Italia… que no terminaría

Penúltimo duelo contra la Samp. Fuente: Il Napolista.

El Napoli buscaba concluir con dignidad la convulsa temporada 90-91, sin duda alguna la peor (y a la postre última) de la ‘era Maradona’. Estuvo marcada por los escándalos extradeportivos y la progresiva baja forma de la estrella, y con el vigente campeón situado a media tabla bien avanzada la Serie A. El contrato le vinculaba a la entidad sureña hasta mediados de 1993, pero ya todo el mundo daba por hecho que no seguiría allí en la 91-92.

Eliminado también en la Copa de Europa tras la primera gran polémica dieguil del curso, al ‘Burro’ partenopeo solo le quedaba una oportunidad de tocar metal y recomponer un poco el desaguisado: la Coppa Italia, donde había alcanzado las semifinales.

Aquel martes, 12 de marzo de 1991, los meridionales recibían en San Paolo la visita de la fascinante Sampdoria de Vujadin Boskov –que iba lanzada hacia su primer Scudetto, y ya había maltratado a los celestes-, en la ida de la penúltima ronda del torneo eliminatorio. Debido a que priorizaba el gran título de la regularidad, el técnico balcánico reservó a cuatro titulares; no así el entrenador napolitano Albertino Bigon, que sabía que la Coppa era el clavo ardiendo del equipo.

El caso es que Maradona, casi dimitido de los entrenamientos (y secretamente aquejado de una pierna izquierda que no le dejaba correr), sorprende por todo lo alto, regala su última gran actuación en Italia. Como reza Corriere dello Sport, se muestra “inspirado como nunca” y, sin apenas moverse, reparte fantásticas asistencias que sus compañeros no logran transformar en alegría.

Pero lo más trascendente sucede en un córner del minuto 22, que esta vez no saca él, sino el heredero Zola. El rodeadísimo Diego, ante cuyos 164 centímetros los defensas genoveses parecen enormes, alcanza a cabecear perfectamente a las mallas desde el área chica. El festejo es consecuente: es el 1-0, que sería único tanto del encuentro, y que encarrila la eliminatoria. ¡Gol!:

Hacía meses, una eternidad, que el ‘Pelusa’ no marcaba un gol ‘no de penalti’. Y por otro lado, este testarazo sería el último gol con la cabeza de la carrera de Maradona, que pese a su poco elevada talla se las arregló para marcar con el cráneo nada menos que 23 veces en partidos de competición oficial.

Aún no se conocía que solo le restaban dos partidos con el Napoli, y que ya no estaría en el choque de vuelta (3 de abril), porque en mitad saltó el positivo por cocaína que cerró tan tristemente su aventura napolitana. El descabezado Napoli perdería contra la Samp en la vuelta (2-0) y ahí moriría su Coppa Italia.

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Rabona antológica de Maradona contra el ‘Toro’

¡Arte! Fuente: ilnapolista.it.

Viajemos al Napoli de ‘D10s’, año II (1985-86). Hoy hace 35 años, el domingo 2 de marzo de 1986, la Serie A italiana disputaba su jornada número 23 de 30 totales.

El conjunto partenopeo no estaba aún como para pelear por el título (eso ya lo haría a la siguiente campaña), pero sí estaba en disposición de volver a clasificarse para Europa, y defendía su tercera plaza de la liga más competitiva del universo. Aquella tarde en San Paolo, el visitante era el Torino, precisamente uno de los aspirantes a birlarles a los sureños el tercer puesto del podio: solo estaban separados por un punto.

Los minutos del 14 al 16 fueron increíbles: concentraron tres goles. Los dos primeros los firmó el cuadro visitante: Mariani sumó a favor, en perfecta jugada de estrategia servida por el brasileño Júnior (0-1); y, segundos más tarde, el defensa Giacomo Ferri elevó una perfecta e involuntaria vaselina en propia puerta, tratando de cortar un pase (1-1).

Pero, también instantes después del último saque de centro, el aquel día barbado ‘Pibe de Oro’ realizó una de sus acciones más selectas de su inimitable videoteca. Levantó la mirada desde el sector derecho del área y, ¡alehop!, pasó la zurda por detrás de la diestra para centrar a contrapié. El envío voló sobre el cuadrilátero, ante 75.000 boquiabiertos rostros, y bajó milimétricamente teledirigido hacia el segundo palo, para que la testa del compañero Caffarelli empujase a la red a puerta vacía, a un palmo del marco (2-1). ¡Maravilloso ejemplo de asistencia de rabona! Ahí la tienen (segundo 13 de este vídeo):

El partido concluyó 3-1, incluido un anecdótico penalti errado por Diego Armando cuando el marcador ya era el definitivo: se lo cazó el portero Copparoni. Qué más da, ¡la victoria era suya, y había hecho magia en un partido decisivo más!

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(1987) Con la cabeza –y la mano…- a ras de hierba

Recién ejecutado el remate. Foto: ilnapolista.it.

Aquella tarde de domingo del 1 de marzo de 1987, el Napoli de Maradona arribaba a la estación número 20 de aquella edición de la Serie A que se proponía conquistar por primera vez en su historia. Tras ese duelo en San Paolo ante la Sampdoria de Génova restaría exactamente el último tercio del campionato.

En aquella época de dos puntos por victoria, los sureños lideraban la pugna por el Scudetto con 4 puntos de ventaja sobre el Inter, primero de los perseguidores, y los ligures, ya dirigidos por Vujadin Boskov, se hallaban en tierra de nadie. ¡Seguir sumando, única obsesión!

El choque no fue el mejor del año, los celestes controlaban el balón pero los sampdorianos eran más peligrosos a la contra, y de hecho se adelantaron a la media hora con gol de de Lorenzo. Sin embargo, pronto uno de los más extravagantes goles del ‘D10s’ de Nápoles y del fútbol significaría el 1-1 con el que terminaría el choque.

Minuto 37 del primer tiempo: cabalgada por la izquierda y centro al área del líbero napolitano Renica, un balón que busca a Maradona, que había dejado atrás a un defensa con un gran cambio de ritmo. El caso es que el argentino falla en el cálculo: con el cuerpo acomodado para cabecear en plancha, se encuentra con que el balón no viene con tanta altura como le parecía, y ya va cayendo…

Desde el sofá se aprecia que lo natural habría sido rematar con el pie pero, con el gesto de cabecear ya iniciado, es demasiado tarde para que el ‘Pelusa’ cambie la trayectoria de su cuerpo, guiado por la inercia. Así que Diego continúa con su proyectado testarazo, y termina conectando un certero remate con la cabeza prácticamente a ras de césped. Rete! Aquí, el vídeo de la RAI:

Un gol todo genialidad y confusión.

El as lo celebra con furia, así como el público, que no tiene muy claro qué ha pasado, pero sí que ha sido muy raro y, sobre todo, que ha sido gol. Se trata de la versión más extrema del remate en plancha, lo que en italiano se dice remate in tuffo, o sea ‘de zambullida’. Algunos lo recuerdan como ‘el día que Maradona se bebió la hierba’.

Pero, además, el supuesto cabezazo tenía truco. Años después, como por ejemplo explica el libro de historia del equipo titulado 1001 storie e curiosità sul grande Napoli che  dovresti conoscere, de Giampaolo Materazzo y Dario Sarnataro, el propio protagonista revelará lo que nadie (ni los cámaras de televisión) captó en medio de la confusión y el  intento de despeje de Pellegrini: que se trató de otro gol con la mano… En el vídeo es imposible de apreciar pero, si lo dijo ‘Él’…

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¡Triplete maradoniano contra la Lazio!

La cámara de la RAI lo muestra domesticando el cuero.

En aquel fascinante pero cerrojerísimo Calcio de los 80, marcar un solo gol otorgaba posibilidades inauditas de vencer. En la temporada 84-85, la primera del ‘Pelusa’ en el Napoli, solo hubo dos tripletes en 240 partidos. ¡Dos! Uno lo conseguiría el anónimo Di Carlo (Roma) en la antepenúltima jornada, en un 0-5 contra el descendido Cremonese; fueron sus únicos tres goles en la campaña… Y el otro, un tal Maradona en un Napoli-Lazio, tal día como hoy en San Paolo y hace 35 años (24-2-85, 20ª jornada de las 30 de aquella liga italiana).

La Lazio que dirigía el también argentino Juan Carlos Lorenzo marchaba en penúltimo puesto, y el ‘Burro’ (mote del Napoli) iba remontando ya con ciertas esperanzas europeas, tras una fructífera concentración de Año Nuevo. Diego Armando, adaptado a la Serie A, tendía a salirse, pero contra los capitalinos fue un bólido, firmando su primer y único hat-trick en sus siete años a los pies del Vesubio.

Tras un primer tiempo insulso (0-0), el ‘Pibe de Oro’ aplicó el rodillo.

1-0 (m. 58): el crack ronda el área, recoge una errónea cesión de un defensa al portero Orsi, controla con la derecha y fusila con la zurda, desde la frontal del área chica.

(2-0 (m. 78): no lo marcó ‘Él’, sino Filisetti en propia puerta, pero… ¡a centro de Maradona!)

3-0 (m. 84): el astro pugna por una pelota a unos cinco metros de la frontal del área, algo escorado a la izquierda. Logra robar el balón y se inventa desde ahí un forzadísimo y fuerte chut parabólico a la media vuelta, por encima del guardameta. ¡Impresionante!

4-0 (m. 87): la felicidad es completa cuando saca un córner muy cerrado, el portero mete puños pero no puede evitar que se cuele por la escuadra del primer palo. ¡Primer y único gol olímpico maradoniano en partido oficial!

Vídeo, por si los despistados:

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(1989) Temporal humano en Bérgamo

Fotograma de la celebración del gol de Diego, en la RAI.

El estadio Atleti Azzurri d’Italia de Bérgamo, hogar del Atalanta, siempre fue uno de los peores en cuanto ambiente contra el Napoli de Maradona, y aquel 19 de febrero de 1989 no fue una excepción. El ‘Burro’ del sur del país abría con aquel encuentro dominical la segunda vuelta de la Serie A 88-89, en la que el Inter marchaba líder a un ritmo trepidante, seguido de cerca por el mismo Napoli, un poco más asfixiado porque además iba escalando paralelamente en Copa de la UEFA y Coppa Italia.

A los meridionales, vestidos con una bonita equipación de camiseta roja y pantalón blanco, les cayó de todo, desde objetos sólidos (uno de ellos impactó en el jugador napolitano Carannante) hasta los más livianos pero asquerosos escupitajos. La directiva partenopea se queja del “clima de intimidación” que sufren sus jugadores. Y el choque en sí vale poco, es un forcejeo constante concluido en 1-1 con, eso sí, una nueva aparición de ‘Él’.

El ‘Pibe de Oro’ vivía una campaña marcada por las dolencias: ninguna fue tan importante como para hacerle parar durante mucho tiempo, pero se pasó casi todo el curso futbolístico andando, porque correr no podía. Su perseguidor bergamasco, Bonacina, puede con él casi siempre, y apenas contacta con el cuero. Sin embargo, en el minuto 40 centra Crippa desde la derecha y el crack se eleva con fuerza y cruza un perfecto y ortodoxo cabezazo a las mallas. Era el 0-1 parcial, que luego igualarían los lombardos de penalti.

Esa es la gran aparición maradoniana en un choque que también profundiza en una curiosa estadística: con el de esa fecha ya le habían señalado ocho penas máximas en contra en ese campeonato solo mediado, un dato impresionante para uno de los punteros de la liga italiana y no especialmente ‘leñero’. Sin embargo, hay un contra-dato sensacional también: la pena máxima transformada por el conjunto atalantino es la primera que les supone merma de puntos a los chicos del ‘10’.

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(1988) Aquel Napoli coleccionista de récords

A punto de marcarle su gol al Avellino. Foto: https://avellino.zon.it/

Otro San Valentín, el de 1988 (hoy hace 33 años), el Napoli de Maradona recibía al Avellino en el derbi de Campania, por la 19ª jornada de las 30 que tenía entonces la Serie A italiana. Primero contra penúltimo del campeonato en San Paolo: a priori, un duelo desigual que se confirmó como tal, y en el que el astro y su equipo siguieron coleccionando marcas en una liga en la que aún eran felices.

Los partenopeos, lanzados en pos de repetir el título logrado en la temporada anterior, sacaban excelentes réditos de su ‘Fórmula Ma-Gi-Ca’ en ataque (ya saben, Maradona-Giordano-Careca, tres fenómenos). Pero el Avellino, de la ciudad homónima situada a menos de 50 kilómetros de Nápoles, tampoco se lo iba a poner fácil, porque pese a su romo ataque (sumaba 12 goles a favor en todo el torneo, por 26… ¡solo entre los tres napolitanos citados!), había arrancado nada menos que cuatro 0-0 consecutivos en sus últimas visitas.

Y los verdes, esa tarde de blanco, salieron peleones… pero solo les duró la solidez un cuarto de hora. Porque entre los minutos 17 y 22 una tempestad liquidó la contienda. Dos defensas, el líbero Renica y el lateral Francini, hicieron los dos primeros. En el tercero, Maradona sembró el pánico internándose en el área entre una nube de cinco rivales, para fintar y cruzar por bajo con éxito. De pronto, 3-0.

Un túnel portentoso.
Un ‘caño’ para el recuerdo.

El 4-0 de Romano, tras linda pared, llegó pasada la hora de juego, ya en plena siesta. Y, jugando a medio gas, Diego Armando deja una impresionante sensación de superioridad, plasmada por ejemplo en un túnel increíble al irpino Murelli, cuando el genio estaba de espaldas, aprisionado entre el adversario y el banderín del córner.

Pero además, los celestes y su capitán siguieron profundizando en su arsenal de récords de ese curso 87-88, que a la larga les valdrían de poco. En este partido, son tres las marcas reseñables:

– En lo colectivo, el equipo llegaba a los 40 goles marcados, muchísimos para el cerrojero Calcio de los 80. Para que nos hagamos una idea, en su anterior y gloriosa Serie A 86-87 el Napoli logró 41, ¡y en ese 87-88 aún les restaban 11 jornadas por disputar…!

– El ‘10’ cerró esa tarde (aunque aún no lo sabía) su racha de seis choques seguidos anotando gol, su récord personal en Italia. Al final marcaría 15, cifra que hoy parece no tan alta, pero entonces (y en Italia) lo era: le dio el título de capocannoniere

– Y, como gran curiosidad, el tanto al Avellino le supondría a Maradona otro curioso logro: ya le había marcado a todos los equipos de la Serie A 87-88, evidentemente contando también sus anteriores tres temporadas allí; hasta ese San Valentín, la puerta del Avellino era la única que le quedaba por batir.

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