No hay comparación posible. En ningún lugar dejó Diego Armando mayor huella que en Newell’s Old Boys de Rosario, al menos en proporción con respecto al poco tiempo que pasó siendo rojinegro.
Su trayectoria allí se limitó a unas pocas semanas entre septiembre de 1993 y enero de 1994. Pero entre su increíble puesta a punto tras largo parón (el ‘Pelusa’ recuperó un aspecto casi de adolescente), una larga concentración con la Selección y las lesiones, en cuatro meses y medio apenas pudo jugar con los ‘leprosos’ cinco partidos oficiales y dos amistosos. En cambio, ambas partes recuerdan la época como muy ilusionante. ¡Tan es así que una de las tribunas de El Coloso del Parque, estadio de Newell’s, lleva el nombre del crack…!
Aquella truncada aventura sufrió su herida de muerte tal día como hoy, en 1993. El equipo iba fatal en la clasificación, había cambiado de entrenador y el ‘10’ tenía que jugar sí o sí pese a los contratiempos musculares que arrastraba desde el doble duelo Argentina-Australia por la Repesca premundialista. Además, Newell’s había logrado aplazar un par de compromisos de aquel Torneo Apertura, lo que le había servido precisamente para poder contar con su nuevo capitán; ahora había que recuperarlos atropelladamente.
Así que Maradona se presenta a este Huracán-Newell’s del jueves, 2 de diciembre, tras haber disputado renqueante otros cuatro partidos –incluido uno con la Albiceleste- en los anteriores 15 días: ¡inaguantable…! Y lo que se podía temer, sucedió: poco después de la media hora de acción, el astro aceleró a por un balón y se desgarró el muslo izquierdo. Hubo de abandonar el partido.
En principio, se esperaba un mes de baja para el prócer. Inopinadamente, el calendario podía convertirse ahora en oportuno aliado: poco después del contratiempo, el Torneo Apertura preveía un raro parón hasta finales de febrero, que le venía muy bien a la recuperación de Diego. Pero fue su última aparición oficial en Newell’s, con el jugador minado por un cóctel de problemas físicos y anímicos.
Solo disputó ya con esa camiseta un amistoso contra el Vasco de Gama brasileño, en el que se resintió de otra lesión muscular distinta ¡mientras subía unos escalones para saltar al césped…! De común acuerdo, rescindió su contrato el 1 de febrero de 1994. Estaba deprimido, aunque la presencia a unos meses vista del Mundial de Estados Unidos funcionaría como acicate para su enésimo retorno.
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