(1996) Maradona, otra vez capitaneando a Boca

Aquel 8 de marzo de 1996 comenzaba el Torneo Clausura de la temporada argentina 95/96, la última campaña completa de Diego Armando Maradona en el fútbol profesional, en la buscaba de nuevo un título con el que despedirse del deporte al que tanto había engrandecido. La competición se abrió con un Boca Juniors-Gimnasia y Esgrima de Jujuy, saldado con 4-0 para los ‘xeneizes’, pero fue un partido raro en muchos, muchos aspectos.

– El ya muy veterano ‘Pelusa’ volvía a capitanear a la escuadra auriazul de sus amores, pero a punto estuvo de no hacerlo. Desde que terminó el anterior torneo, el Apertura ‘95, habían pasado dos larguísimos meses y medio, sorprendentes dado que Apertura y Clausura formaban parte de la misma temporada.

Y claro, tantas semanas en el universo maradoniano equivalen a mucho más tiempo en cualquier otra persona. El principal punto de fricción era que el nuevo presidente del club, el jovencísimo empresario Mauricio Macri (muy lejos llegará desde aquella plataforma de popularidad), había elegido como entrenador del nuevo proyecto al otrora seleccionador Carlos Bilardo. El ‘Narigón’ era en ese momento todo un ex amigo de Maradona, con el que terminó a golpes en su etapa común en el Sevilla

Tras muchos altibajos, el ‘10’ consintió en volver a estar a las órdenes de Bilardo “porque así lo quiere la hinchada”, y siempre manteniendo ciertos privilegios…

– A título anecdótico, Diego había borrado de su cabeza (literalmente) aquella franja dorada con la que se tiñó en su ilusionante primer retorno a Boca de meses atrás. Quizá le traía malos recuerdos tras la hecatombe final del Apertura ‘95 (de líder destacado a cuarto clasificado, en las últimas tres jornadas…). Quizá abandonó la guerra simbólica contra el seleccionador Passarella, poco amigo de los peinados rompedores, tras la muerte de un hijo de este. El caso es que el look dieguil volvió a ser clásico.

– Boca jugaba en casa… menos en casa que nunca. La Bombonera estaba de obras de remodelación, fundamentalmente en la zona de los palcos, y jugó sus primeros partidos como local de aquel Clausura ’96 en otro estadio de Buenos Aires, nada menos que el José Amalfitani. ¡El Fortín de Vélez Sarsfield!, a la sazón defensor del título y máximo favorito a repetir. Campeón y aspirante, en el mismo estadio…

– El 4-0 fue exagerado, aunque siempre con Boca con las riendas del pulso. Nada más iniciarse el encuentro, el crack de Villa Fiorito se dejó caer en el área y el árbitro señaló pena máxima, que transformó con maestría. Con ese acierto, se cerraba –sin que él lo supiera- su racha récord de penaltis convertidos sin fallo en competición oficial: 16 consecutivos dentro, todos desde las semifinales del Mundial de Italia ’90. Los siguientes cinco los marró (de largo otra plusmarca, en ese caso negativa) en este mismo Clausura ’96, una maldición que le marcaría para siempre.

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