El ‘Pibe de Oro’ había echado un pulso a la directiva del Napoli en el verano de 1989, tratando de que le traspasaran, pero no lo logró. Sin embargo, la batalla significó que se reincorporó al plantel cuando la Serie A 89-90 ya había consumido cuatro jornadas. Tocaba ir haciendo ‘pretemporada’ con la competición en marcha. Su equipo iba líder pero, especialmente en cancha ajena, acumulaba más puntos que merecimientos.
Llegó así el partido disputado hoy hace 30 años (10-12-89), un duelo meridional en el que el Napoli visitó al Bari. Los del tacón de la ‘Bota’ italiana se adelantaron en el minuto 6, gol de Monelli, y fueron mejores. Solo decayeron un poco cuando se quedaron con uno menos a los 51 minutos. Y los celestes, a la desesperada, buscaban al menos el empate en los últimos minutos.
Entonces, en el 82, volvió a emerger ‘Él’. Sus compañeros sacaron rápido una falta, y Zola raseó hacia el pico del área, donde Maradona estaba de espaldas a puerta, con el rival Carbone encima: parecía una jugada de baloncesto, un pase al poste bajo. Y ahí, magia pura, solo en dos toques. Con el primero, el ‘10’ elevó la pelota que rodaba por el pasto; con el segundo, en sensacional chilena, centró hacia atrás.
Era un caramelo para Carnevale, poderoso cabeceador napolitano, que se tiró en plancha en el segundo palo para enchufarla con el cráneo sobre la línea de gol. El astro argentino le había teledirigido una de sus más plásticas asistencias. ¡Deléitense!:
Aquel fue el quinto 1-1 consecutivo cosechado por los partenopeos en sus salidas. Iban rascando empates pareciendo a menudo inferiores al adversario, pero que sumaron para conseguir el segundo Scudetto napolitano.
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