Rabona antológica de Maradona contra el ‘Toro’

¡Arte! Fuente: ilnapolista.it.

Viajemos al Napoli de ‘D10s’, año II (1985-86). Hoy hace 35 años, el domingo 2 de marzo de 1986, la Serie A italiana disputaba su jornada número 23 de 30 totales.

El conjunto partenopeo no estaba aún como para pelear por el título (eso ya lo haría a la siguiente campaña), pero sí estaba en disposición de volver a clasificarse para Europa, y defendía su tercera plaza de la liga más competitiva del universo. Aquella tarde en San Paolo, el visitante era el Torino, precisamente uno de los aspirantes a birlarles a los sureños el tercer puesto del podio: solo estaban separados por un punto.

Los minutos del 14 al 16 fueron increíbles: concentraron tres goles. Los dos primeros los firmó el cuadro visitante: Mariani sumó a favor, en perfecta jugada de estrategia servida por el brasileño Júnior (0-1); y, segundos más tarde, el defensa Giacomo Ferri elevó una perfecta e involuntaria vaselina en propia puerta, tratando de cortar un pase (1-1).

Pero, también instantes después del último saque de centro, el aquel día barbado ‘Pibe de Oro’ realizó una de sus acciones más selectas de su inimitable videoteca. Levantó la mirada desde el sector derecho del área y, ¡alehop!, pasó la zurda por detrás de la diestra para centrar a contrapié. El envío voló sobre el cuadrilátero, ante 75.000 boquiabiertos rostros, y bajó milimétricamente teledirigido hacia el segundo palo, para que la testa del compañero Caffarelli empujase a la red a puerta vacía, a un palmo del marco (2-1). ¡Maravilloso ejemplo de asistencia de rabona! Ahí la tienen (segundo 13 de este vídeo):

El partido concluyó 3-1, incluido un anecdótico penalti errado por Diego Armando cuando el marcador ya era el definitivo: se lo cazó el portero Copparoni. Qué más da, ¡la victoria era suya, y había hecho magia en un partido decisivo más!

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Diego-Suker: breves chispazos de arte conjunto

Chispazos de felicidad. Fuente: 90s Football.

La única temporada sevillista de Diego Armando Maradona (92-93) quedó marcada por su convulso final, en el que el crack, por diversos motivos, solo participó en tres de los últimos diez partidos oficiales. La vuelta del ‘10’ a la Albiceleste (producto, claro, de su nivel recuperado) y las discrepancias que esto significó con la directiva hispalense terminaron pudriéndolo todo.

Pero eso aún no había sucedido aquel domingo, 14 de febrero de 1993, hoy hace 27 años: Sevilla-Valencia en el Sánchez-Pizjuán, duelo directísimo entre aspirantes a puestos europeos, en la 22ª jornada de las 38 del campeonato de Liga. El ‘10’ había recuperado un pulso al menos algo parecido al de Nápoles, y aquella velada además significó quizá el mejor ejemplo de lo que pudo haber sido la conexión Maradona-Suker, si la estancia del primero junto al Guadalquivir hubiera durado más.

El croata Suker, mucho más que un delantero efectivo, era otro poeta de la zurda, llegado de la Yugoslavia recién sumida en la guerra. Empezaba a despuntar en su segunda campaña en el Sevilla FC, pero venía de una pequeña crisis de rendimiento que le llevó a que el entrenador Carlos Bilardo lo castigara al banquillo o la grada durante algunos encuentros. Con la ayuda del ‘Pelusa’, aquella noche demostró cuánto merecía volver.

El encuentro terminó 2-2, pero con dos maravillas, dos golazos de fabuloso entendimiento entre los dos fenómenos hispalenses:

– El primero, minuto 27 (1-1): increíble globo maradoniano hacia el balcánico, por encima de toda la línea defensiva valencianista. El guardameta González, último hombre, corre a tratar de taponar a Suker, y este replica aprovechando el bote del balón para superarle con una perfecta vaselina desde la frontal del área (era maestro en la especialidad).

– El segundo, minuto 54 (2-1): enorme pase largo del ‘Pibe de Oro’ desde el centro del campo hacia el límite del área, donde Suker se va del central en magnífico control orientado -¡con el pecho!- para chutar bajo y que la pelota entre.

En este vídeo de skills dieguiles en Sevilla aparecen ambas combinaciones de asistencia+gol (minutos 3:35 y 5:47).

Maradona y Suker solo coincidieron 22 veces sobre el césped en partidos oficiales. Fueron pocas: había potencial telepático entre ellos para que el croata hubiera sido para Diego como el Careca del Napoli o el Caniggia de Argentina.

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Asistencia de videoteca

Por jugadas así, el ’10’ es leyenda en Nápoles. Foto: Sergio Tierno.

El ‘Pibe de Oro’ había echado un pulso a la directiva del Napoli en el verano de 1989, tratando de que le traspasaran, pero no lo logró. Sin embargo, la batalla significó que se reincorporó al plantel cuando la Serie A 89-90 ya había consumido cuatro jornadas. Tocaba ir haciendo ‘pretemporada’ con la competición en marcha. Su equipo iba líder pero, especialmente en cancha ajena, acumulaba más puntos que merecimientos.

Llegó así el partido disputado hoy hace 30 años (10-12-89), un duelo meridional en el que el Napoli visitó al Bari. Los del tacón de la ‘Bota’ italiana se adelantaron en el minuto 6, gol de Monelli, y fueron mejores. Solo decayeron un poco cuando se quedaron con uno menos a los 51 minutos. Y los celestes, a la desesperada, buscaban al menos el empate en los últimos minutos.

Entonces, en el 82, volvió a emerger ‘Él’. Sus compañeros sacaron rápido una falta, y Zola raseó hacia el pico del área, donde Maradona estaba de espaldas a puerta, con el rival Carbone encima: parecía una jugada de baloncesto, un pase al poste bajo. Y ahí, magia pura, solo en dos toques. Con el primero, el ‘10’ elevó la pelota que rodaba por el pasto; con el segundo, en sensacional chilena, centró hacia atrás.

Era un caramelo para Carnevale, poderoso cabeceador napolitano, que se tiró en plancha en el segundo palo para enchufarla con el cráneo sobre la línea de gol. El astro argentino le había teledirigido una de sus más plásticas asistencias. ¡Deléitense!:

Aquel fue el quinto 1-1 consecutivo cosechado por los partenopeos en sus salidas. Iban rascando empates pareciendo a menudo inferiores al adversario, pero que sumaron para conseguir el segundo Scudetto napolitano.

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Maradona en la mitad de los goles

No siempre los números dicen todo, pero suelen ayudar a comprender el rendimiento de los jugadores, sobre todo los de tres cuartos de cancha para adelante. Y, si son tan aplastantes como los de nuestro Maradona, rey de los intangibles, incluso los más resultadistas tendrán poco que reprocharle al respecto.

Ya hemos dicho a menudo que, en sus 633 partidos de competición oficial, el ‘10’ metió el balón entre los tres palos en 326 ocasiones, altísimo promedio de más de un tanto cada dos encuentros para alguien cuya principal misión no era golear (y que jugó siete años en el Calcio, en el momento verdaderamente rácano del campeonato italiano). Pero, además, están las asistencias de gol, una estadística tan engañosa en las ausencias –depende demasiado del acierto del compañero a la hora de embocar el pase- como indiscutible en las presencias.

Y hemos encontrado 197 servicios maradonianos que terminaron en goles de otros vestidos como él. Probablemente sea alguno más, porque los datos de las crónicas de algunos de sus primeros partidos no siempre precisan tanto el pasador.

En cualquier caso, 326+197 suman 523 goles con directísima presencia maradoniana. Habida cuenta de que sus equipos sumaron 1.024 (solo en los partidos con él en el campo), resulta que el ‘Pelusa’ fue protagonista en la gestación o la definición de la mitad de los goles de sus escuadras (51,1%, para ser exactos).

Estamos hablando de un único jugador en un deporte que juegan 11 a la vez. ¿No es impresionante…?

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