(1989) Temporal humano en Bérgamo

Fotograma de la celebración del gol de Diego, en la RAI.

El estadio Atleti Azzurri d’Italia de Bérgamo, hogar del Atalanta, siempre fue uno de los peores en cuanto ambiente contra el Napoli de Maradona, y aquel 19 de febrero de 1989 no fue una excepción. El ‘Burro’ del sur del país abría con aquel encuentro dominical la segunda vuelta de la Serie A 88-89, en la que el Inter marchaba líder a un ritmo trepidante, seguido de cerca por el mismo Napoli, un poco más asfixiado porque además iba escalando paralelamente en Copa de la UEFA y Coppa Italia.

A los meridionales, vestidos con una bonita equipación de camiseta roja y pantalón blanco, les cayó de todo, desde objetos sólidos (uno de ellos impactó en el jugador napolitano Carannante) hasta los más livianos pero asquerosos escupitajos. La directiva partenopea se queja del “clima de intimidación” que sufren sus jugadores. Y el choque en sí vale poco, es un forcejeo constante concluido en 1-1 con, eso sí, una nueva aparición de ‘Él’.

El ‘Pibe de Oro’ vivía una campaña marcada por las dolencias: ninguna fue tan importante como para hacerle parar durante mucho tiempo, pero se pasó casi todo el curso futbolístico andando, porque correr no podía. Su perseguidor bergamasco, Bonacina, puede con él casi siempre, y apenas contacta con el cuero. Sin embargo, en el minuto 40 centra Crippa desde la derecha y el crack se eleva con fuerza y cruza un perfecto y ortodoxo cabezazo a las mallas. Era el 0-1 parcial, que luego igualarían los lombardos de penalti.

Esa es la gran aparición maradoniana en un choque que también profundiza en una curiosa estadística: con el de esa fecha ya le habían señalado ocho penas máximas en contra en ese campeonato solo mediado, un dato impresionante para uno de los punteros de la liga italiana y no especialmente ‘leñero’. Sin embargo, hay un contra-dato sensacional también: la pena máxima transformada por el conjunto atalantino es la primera que les supone merma de puntos a los chicos del ‘10’.

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Postal muniquesa de la magia del ‘10’

Magia sobre el pasto. Foto: Album / picture alliance / Augenklick/Ra

Desde el 30 de octubre del año pasado, hemos ido repasando en este blog momentos cumbre de la fabulosa carrera de Diego Armando Maradona, por muchas cosas la más prodigiosa de la historia del fútbol. Aquel día elegimos para la presentación la misma foto principal de hoy, que también es la misma que preveía llevar la enciclopedia #MaradonaObrasCompletas en portada.

No estaba pensado, ha salido así. Hoy que aparcamos tanto el proyecto enciclopédico como este blog derivado es cuando, precisamente, se cumple el aniversario de esta imagen. Corresponde al estadio Olímpico de Múnich, vuelta de semifinales de la Copa de la UEFA, el 19 de abril de 1989: hace 31 años. El Napoli del ‘10’ defendía un 2-0 de la ida en San Paolo, y pasó a la finalísima (que, como sabemos, ganaría) con holgura. Fue un 2-2 en tierras bávaras donde siempre llevó la sartén por el mango.

Maradona se salió. Sumido en una temporada plagada de lesiones en todos sus puntos cardinales, fue quizá su mejor partido del curso 88-89, además en el feudo de un coloso continental. Al ‘Pelusa’ le anularon un gol de cabeza por un fuera de juego bastante discutible, pero sobre todo sirvió un ramillete de oportunidades a sus compañeros, incluidos los dos que marcó aquella noche Careca, su socio favorito.

Miedo en rojo.

Y, por encima de todo lo ‘material’, Diego Armando hizo alucinar a los espectadores alemanes, empezando por los minutos anteriores al pitido inicial (véase más abajo). Acostumbrados más al fútbol-fuerza, los centroeuropeos disfrutaron con algunas delicatessen técnicas típicamente dieguiles: regates, controles y pases de esos que son incluso más difíciles de imaginar que de ejecutar. Una de estas maravillas fue la que representa la foto superior.

Sucedió en un despeje fuerte y bajo de un compañero napolitano, que pegó en los pies de Maradona y le hizo caer de nalgas, mirando a la portería propia, pero con el balón al lado. Y al argentino se le ocurrió esto: aún con las posaderas sobre el pasto, en dos toques elevó el balón y dio un perfecto pase de espaldas hacia otro colega situado a la derecha. ¡Magia pura!

El estremecimiento del estadio muniqués es perfectamente audible en la retransmisión del partido. Y, durante esa la segunda parte, el público teutón, fan del equipo que estaba siendo eliminado, aplaudió también al fuera de serie, el mismo que les había privado de la corona mundialista de 1986. La belleza no entiende de fronteras ni colores.

¡Hasta pronto!

P.D. Por si eres un maradoniano -o futbolero- tan despistado que nunca lo has visto, aquí tienes el vídeo del calentamiento del ‘Pelusa’ antes de este encuentro, publicado por los amigos de Maradona Inédito. Está montado con la misma canción (Life is life, del grupo austriaco Opus) que supuestamente sonaba por la megafonía del estadio en aquellos inolvidables momentos. Vale más que millones de partidos.

Cojo y todo, el ‘10’ resuelve contra el Bayern

Saludo de capitanes con el muniqués Augenthaler.

Semifinales de la Copa de la UEFA 88-89, partido de ida en San Paolo. Dos monstruos se miden en el coliseo del sur de Italia: el Napoli, recién llegado a la elite continental, y el Bayern de Múnich, uno de los monstruos eternos. Para los celestes juega Maradona, sí, pero… ¡no en las mejores condiciones!

El ‘Pibe de Oro’ atravesaba la temporada con más partidos oficiales de su trayectoria (totalizaría 56) pero, a la par, la más marcada por las dolencias. Fueron muchas; ninguna fue tan grave como para apartarlo de la carrera, pero se pasó la mayor parte de la campaña andando, sin poder entrenarse apenas.

Y la peor lesión 88-89 le había sobrevenido apenas tres semanas antes, durante el anterior partido de Copa de la UEFA: la vuelta de cuartos, donde el Napoli tumbó a su compatriota la Juventus (3-0 tras prórroga). Afectado en el bíceps femoral de la pierna derecha, Diego Armando ni siquiera pudo terminar el tiempo extra. Y, desde entonces, se había saltado dos jornadas ligueras y no había podido casi ni entrenarse.

San Paolo en el duelo contra la Juve. Fuente: MotherSoccer.

Por tanto, no parecía el mejor escenario para recibir a un grande de Europa, posiblemente el favorito de la competición. La plantilla bávara carecía entonces del glamour de los 70, pero seguía repleta de internacionales, e iba lanzada a por la Bundesliga… y a por el doblete.

Pero, ¡bien le vino al ‘Burro’ tener a ‘D10s’, aunque fuera rengo! Aquel triunfo es atribuible básicamente a él, en uno de los partidos de premio máximo para mérito mínimo. El poco picante del encuentro lo ponen los alemanes, dueños del esférico y de los intentos ofensivos durante la mayor parte de contienda. Con poco peligro, eso sí.

Solo hubo dos excepciones, propiciadas por el ‘10’, que arriesgó (y se infiltró) para estar. En el minuto 40, aprovechando un bote del esférico, Maradona eleva un balón en dirección a Careca; el pase no es brillante, pero un teutón falla en el despeje y el brasileño ajusticia por bajo al meta Aumann (1-0). Y en el 59, el ‘Pelusa’ saca un córner en corto que le devuelve Francini y centra muy alto y con mucha rosca, para que Carnevale remate picado en poderosísimo testarazo (2-0). ¡Vídeo!:

¡2-0, ver para creer! Todavía quedaba pasar por Múnich, pero el Robin Hood del Vesubio volvería a estar allí.

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Asistencia de videoteca

Por jugadas así, el ’10’ es leyenda en Nápoles. Foto: Sergio Tierno.

El ‘Pibe de Oro’ había echado un pulso a la directiva del Napoli en el verano de 1989, tratando de que le traspasaran, pero no lo logró. Sin embargo, la batalla significó que se reincorporó al plantel cuando la Serie A 89-90 ya había consumido cuatro jornadas. Tocaba ir haciendo ‘pretemporada’ con la competición en marcha. Su equipo iba líder pero, especialmente en cancha ajena, acumulaba más puntos que merecimientos.

Llegó así el partido disputado hoy hace 30 años (10-12-89), un duelo meridional en el que el Napoli visitó al Bari. Los del tacón de la ‘Bota’ italiana se adelantaron en el minuto 6, gol de Monelli, y fueron mejores. Solo decayeron un poco cuando se quedaron con uno menos a los 51 minutos. Y los celestes, a la desesperada, buscaban al menos el empate en los últimos minutos.

Entonces, en el 82, volvió a emerger ‘Él’. Sus compañeros sacaron rápido una falta, y Zola raseó hacia el pico del área, donde Maradona estaba de espaldas a puerta, con el rival Carbone encima: parecía una jugada de baloncesto, un pase al poste bajo. Y ahí, magia pura, solo en dos toques. Con el primero, el ‘10’ elevó la pelota que rodaba por el pasto; con el segundo, en sensacional chilena, centró hacia atrás.

Era un caramelo para Carnevale, poderoso cabeceador napolitano, que se tiró en plancha en el segundo palo para enchufarla con el cráneo sobre la línea de gol. El astro argentino le había teledirigido una de sus más plásticas asistencias. ¡Deléitense!:

Aquel fue el quinto 1-1 consecutivo cosechado por los partenopeos en sus salidas. Iban rascando empates pareciendo a menudo inferiores al adversario, pero que sumaron para conseguir el segundo Scudetto napolitano.

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El ‘10’ tiene heredero en casa

Sale el 10 de la tarde (Zola), entra Maradona. Foto: Forza Italian Football.

En la semana anterior al Napoli-Atalanta jugado hoy hace 30 años, los entrenamientos de Maradona se limitaron a tratamiento contra la lumbalgia. El ‘Pibe de Oro’ había vuelto a regañadientes (y tarde) a la disciplina partenopea, tras haber tratado de forzar su traspaso, sin éxito. Además, el Napoli era líder de aquella Serie A 89-90, pero defendía corona en la Copa de la UEFA, y tres días después le aguardaba una salida dificilísima a Bremen para tratar de remontar el 2-3 adverso de San Paolo.

Total, aquel domingo 3 de diciembre sucedió lo que no tantas veces antes: Diego pactó su suplencia con el entrenador, Albertino Bigon. En principio, si el partido liguero se ponía muy feo entraría en la segunda parte. El número 10 celeste sería para un desconocido sardo, un joven (pero no tan joven: 23 años) llamado Gianfranco Zola, fichado por los partenopeos meses antes procedente del anónimo Torres de Cerdeña (serie C1, Tercera División italiana…).

Zola le cayó simpático a Maradona desde el primer minuto. El crack le ‘adoptó’ y aconsejó sin reparos, facilitando el interestelar aterrizaje futbolístico del que estaba siendo protagonista el chaval. Por eso, el argentino fue el que más aplaudió la impresionante exhibición del isleño, en toda una presentación en sociedad.

El mediapunta, futuro mito del Calcio, fue el mejor de aquel triunfo ante el Atalanta (3-1), y coronó su actuación con un tercer tanto de bandera: quiebro en el área y derechazo con rosca a la escuadra contraria. En ‘míster’ Bigon quiso homenajear al hombre del partido, retirado entre vítores, y lo sustituyó por Maradona a 9 minutos del final. Es, de hecho, el encuentro oficial con menos minutos de acción disputado nunca por Diego.

La sonrisa del astro argentino lo decía todo cuando tomó el relevo de su amigo. Zola llevó el 10, jugó en posición de 10 y estuvo de 10, y después fue cambiado por el ‘10’. La prensa napolitana e italiana lo tenía fácil: no busquen más, ¡el nuevo Maradona ya está aquí, y curiosamente juega en el Napoli…!

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