(1986) El amistoso más excéntrico de Maradona

En San Paolo y contra el Napoli, ¡habráse visto…! Fuente: twb22.blogspot.com.

Apenas restaban dos meses y unos días para que echara a andar el balón en el Mundial de México ’86. Y en la Albiceleste todo eran dudas y críticas. El seleccionador Carlos Bilardo llevaba ya años en el cargo, pero el gris juego del equipo y sus propias tácticas no habían convencido nunca a la opinión pública de su país.

Además, el ‘Doctor’ tenía un problema añadido. A diferencia de su antecesor en el cargo (su enemigo íntimo César Luis Menotti), no podía organizar grandes concentraciones con todos sus hombres, pues un buen número de los internacionales jugaban ya en el extranjero –empezando por el Maradona napolitano, sin ir más lejos-. Por eso, el ‘Narigón’ aprovechó un fin de semana de descanso de la Serie A 85-86 para montar una minigira de tres amistosos por Europa, dos de ellos contra clubes, no selecciones.

Argentina cayó merecidamente contra Francia en París (2-0). Pero el momentazo se vivió tres días más tarde, en aquel sábado 29 de marzo de 1986, en el que la Albiceleste visitó… ¡el estadio de San Paolo, meca maradoniana!, que solo registró media entrada. Y enfrente, claro, estaba el Napoli de Diego, sin Diego.

Probablemente el ‘10’ nunca se sintió tan extraño, marcado por sus compañeros más habituales de vestuario. Evidentemente, este encuentro jamás habría existido de no haber llegado él al pie del Vesubio. Todo fue raro de principio a fin, incluso por lo más entendible: la celeste y blanca no iba de tal, sino de blanco, por lógico parecido con la camiseta azul de los partenopeos.

Fuente: twb22.blogspot.com

Pero además, el prestigioso Daniel Bertoni, jugador argentino del Napoli y mundialista en 1978 y 1982, supo que no sumaría su tercera presencia en la Copa máxima, porque jugó para los italianos. Ni mucho menos Barbas, futbolista rioplatense del Lecce, presente en España ’82 y amigo personal del ‘Pelusa’, que ese día también reforzó a los napolitanos…

El resultado fue lo de menos. Ni Argentina ni Maradona brillaron pese a la victoria por 1-2 en esta pequeña verbena, goles de Pasculli y Garré para los sudamericanos y Pecci para los anfitriones. Poco hacía presagiar aún lo que pasaría en el estadio Azteca…

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23 días ‘esquiando’

Culminando la galopada ante Huracán, el 31-7-77. Foto: lospartidosdeargentinosjuniors.blogspot.com.

El Gol del Siglo de México ’86 es incomparable con cualquier cosa, incluso en el contexto maradoniano. Como el mismo protagonista ha declarado alguna vez, no había logrado completar algo así ni jugando con otros niños en el descampado. Sin embargo, no fue el primer ‘slalom’ conseguido por Diego Armando en su carrera profesional, ni mucho menos. De hecho, ¡se trató de uno de los últimos!

Si definimos ‘gol de slalom’ como el conseguido tras desbordar en jugada individual a como mínimo dos rivales, el número total del cómputo de su trayectoria habla de nada menos que 23. Pero llama la atención que todos ellos se concentran entre los años 1977 y 1986, en una carrera que llegó hasta 1997.

El primero de su vida sucedió el 15 de mayo de 1977 en la visita de Argentinos Juniors a Lanús. Poco después, el 31 de julio del mismo año, se inventó una cabalgada memorable ante Huracán (foto, driblando al portero), que también ha llegado a definir -exagerando, sin duda- como el mejor tanto de su vida. En ambos casos, tenía 16 años…

Entre 1977 y 1980, el mozalbete Maradona completó 17 galopadas con final en gol propio, todas con Argentinos Juniors, y muchas de ellas aún no recogidas por las cámaras. Curiosamente, nunca logró un gol de este tipo con Boca Juniors; sí un par con el Barça.

Las tres últimas citas de esta categoría corresponden a las dos obras de arte de México ’86 (contra Inglaterra y contra Bélgica) y, en el mismo año, a la primera jornada de la Serie A 86-87, en un Brescia-Napoli terminado en 0-1 (vídeo):

A partir de ahí… quién sabe. Fueron pesando los años, las tácticas del adversario y la entendible pérdida de chispa para el desborde. Pero la colección ya era antológica.

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Algunos números de ‘D10s’ en la Albiceleste

Fuente: eldia.com.

La cumbre máxima alcanzada por Maradona -y, quizá, por el fútbol- fue su actuación en el Mundial de México ’86. Su Argentina conquistó la Copa global gracias sobre todo a él, en la mejor actuación individual de un jugador que se recuerda en la historia mundialista.

Pero tuvo tiempo de mucho más. Los dos extremos de su largo idilio celeste y blanco (1977-94) fueron su debut en un amistoso contra Hungría, con solo 16 años; y su abrupto final más media vida más tarde, tras su exclusión del Mundial de Estados Unidos por el famoso doping de la efedrina (¿lo recuerdan?, “me cortaron las piernas”). Entre esos dos momentos jugó y marcó:

91 partidos y 34 goles según la FIFA, incluyendo amistosos internacionales.

44 partidos y 16 goles solo en torneos de competición oficial.

– Y más de un centenar de encuentros si juntamos oficiales, amistosos FIFA y otros partidos de Argentina contra clubes y contra combinados regionales del país.

En los campeonatos oficiales, sus cifras se reparten así:

21 partidos y 8 goles en sus cuatro Mundiales (1982, 1986, 1990 y 1994), con victoria inmortal en México ’86 y subcampeonato en Italia ’90. Sigue siendo recordman argentino en choques disputados, y en ediciones mundialistas (en este último caso, compartido con Messi y Mascherano).

– 12 encuentros y 4 festejos en la Copa América (participó en las ediciones 1979, 1987 y 1989). Argentina fue podio en la última, con un tercer puesto final.

– 8 partidos y 3 goles en Eliminatorias premundialistas (1985 y 1993).

– Dos choques y un tanto en el Mundialito de Uruguay ’81.

– Y un partido sin goles en la Copa Artemio Franchi ’93, su otro triunfo de selecciones aparte del glorioso Mundial ’86.

Por si fuera poco, repartió 13 asistencias de gol en estos 44 compromisos de torneos oficiales. ¡Carrerón…!

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El sueño de cualquiera, cumplido a los 16

Niño con funciones de adulto. Fuente: losandes.com.ar.

No hay futbolero argentino que pueda pasar de largo ante el 27 de febrero. Hoy lo es, es decir que toca recordar el 44º aniversario del estreno de un tal Diego Armando Maradona como internacional ‘A’, ¡con su querida camiseta de la Selección! En 16 años y 120 días de vida hizo realidad el sueño imposible de millones de compatriotas.

Se ha hablado mucho de aquella velada dominical en la mágica Bombonera, que acogía un amistoso Argentina-Hungría. Dos días antes, el viernes, el seleccionador César Luis Menotti comunicó al juvenil ‘Pibe de Fiorito’ que le había convencido en algunos entrenamientos con los internacionales mayores: se concentraría con el equipo. Y “quiero decirle que si el partido viene bien, si ganamos sin problemas, usted va a jugar un rato”, le dijo el ‘míster’ al chaval, según relataba uno de los especiales de El Gráfico.

¡Cumplió! A los 48 minutos, Argentina ya se imponía por 5-0. A los 65 minutos, Menotti dio entrada al imberbe, al que le pidió tranquilidad y que hiciera simplemente “lo que sabe”. Con el dorsal 19, sustituyó al centrodelantero Luque y, pese a los nervios, dio un gran pase de gol que Houseman no logró transformar. El choque concluyó 5-1.

Ya estaba. Tras ese por lo demás intrascendente compromiso, el niño Dieguito no volvería a la celeste y blanca de mayores hasta agosto. Pero aquel 27 de febrero de 1977 empezó a abrir la puerta hacia la futura gloria, ¡cuando solo llevaba 12 partidos en Primera División!

Y, nueve años más tarde… Foto: Album / picture alliance / Werek

Según la FIFA, sus cifras como internacional de Maradona son de 91 partidos y 34 goles. Estos se reparten casi en dos mitades entre encuentros de competición oficial (44/16, los que más detallaremos en Maradona, obras completas) y amistosos de diverso tronío (47/18). Incluso, el genio participó en más de 100 partidos con Argentina, si incluimos también los amistosos ‘no FIFA’ contra clubes o incluso contra combinados regionales de su país.

Los números importan menos. ¿Quién no se imagina la camiseta albiceleste con un dorsal número 10 y unos rizos negros coronando el conjunto?

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El otro título del ‘10’ con la Selección absoluta

¡Campeones! Foto: diario ‘La Capital’ de Mar del Plata.

Si pensamos en Maradona y en la Albiceleste, automáticamente nos trasladamos a México ‘86, lo máximo en cuanto a una actuación de un jugador en una Copa del Mundo. Esto oscurece otros numerosos momentos maradonianos en sus muchos años como internacional (1977-94), buenos, malos e intermedios. Entre ellos, el medio anónimo otro título oficial de Diego con la Selección de mayores (por tanto, sin el Mundial Juvenil del ’79): la Copa Artemio Franchi de 1993, que alzó como capitán hoy hace 28 años en Mar del Plata.

Dicho campeonato, que llevaba el nombre de un fallecido vicepresidente de la FIFA, está considerado uno de los antecesores de la actual Copa Confederaciones. Fue una suerte de Copa Intercontinental entre los campeones de América y Europa, que ya había sido celebrado y en 1985 y 1989 (aunque en la segunda solo tuvo carácter amistoso). Se trataba precisamente de Argentina, vencedora de la Copa América de Chile ‘91, y Dinamarca, sorprendente campeona de la Eurocopa de Suecia ‘92.

Es verdad que la Albiceleste tuvo doble ventaja. Primero, el título se jugaba a único partido, y este se disputó en el estadio mundialista de Mar del Plata, ¡Argentina! Y segundo, ¡había vuelto ‘Él’!, tras dos años y medio de ausencia internacional.

Como vimos, Diego Armando había retornado al equipo de todos apenas seis días antes, en un amistoso contra Brasil del 18 de febrero. A continuación, el día 21, completó junto a Simeone un esperpéntico viaje a España para participar en el partido de Liga Logroñés-Sevilla (derrota por 2-0). Y, pese a la prohibición del club, ambos regresaron a su país para la Artemio Franchi. Aquí empezaría el ocaso dieguil en el Sevilla.

¿El duelo contra los nórdicos? Competido, con más balón para los del Cono Sur pero mucha lucha, y 1-1 tras 120 minutos de igualdad. Se adelantó Dinamarca con autogol de Craviotto, pero igualó Caniggia a la media hora, tirándose a asegurar un chut cruzado de Batistuta que parecía ir fuera. Casi ni tocó, pero sí lo suficiente.

¡Vaya tres!, Batistuta y el ’10’ acuden a felicitar a Caniggia.

¿El ‘10’? Solo correcto hasta el alargue, bien marcado y resentido del sobreesfuerzo de los días anteriores; pero soberbio en la media hora final, cuando se luce en un par de gambetas de las suyas, le pone el presunto gol a Darío Franco en la cabeza –no lo hubo- y manda un tiro rápido de falta al poste.

Así que habría penaltis de desempate. Maradona transformó el primero de Argentina, que estableció el 1-1 parcial desde los once metros. Y de ahí, volvió a emerger el mito bajo palos de Italia ‘90, un Goycochea que detuvo dos lanzamientos, por uno del otro arquero, el excelente Peter Schmeichel. 5-4 para la celeste y blanca en la tanda, ¡nuevo título para Argentina y para Maradona! Lo celebró con brío: no suele haber muchos a lo largo de cualquier carrera internacional, y de hecho fue el segundo y último entorchado para el ‘10’ con la Selección.

Resumen amplio:

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1993: ¿Lo estoy soñando…? ¡Diego albiceleste!

Un falso penalti transformado por Brehme en los últimos minutos significó el triunfo de Alemania Federal sobre Argentina en la terrible final del tedioso Mundial de Italia ‘90. Las lágrimas de ‘D10s’ presidieron la entrega de medallas, pero nadie podía imaginar que aquel había sido su último partido internacional en mucho, mucho tiempo. No pocos temieron que aquel Diego que soñaban cabalgando de celeste y blanco con el balón jamás volviera al equipo de todos sus compatriotas.

Tras el subcampeonato planetario, al crack le pasó de todo, y muy poco positivo: mala última temporada 90-91 en el Napoli, culminada en positivo por cocaína y sanción global de 15 meses sin poder jugar al fútbol. Detención escandalosa en su país y en posesión de drogas, con las cámaras convenientemente avisadas. Depresión, amago de retirada, progresiva recuperación del ánimo. Y, recién expirado el castigo deportivo, vuelta al deporte en el Sevilla, reto nuevo.

Aquel Maradona falto de forma pero repleto de ganas aterrizó en la capital de Andalucía en septiembre de 1992, y para febrero de 1993 había vuelto razonablemente a brillar, recordando al de unos años atrás en Nápoles.

Así que el reencuentro ya estaba cantado: el seleccionador Alfio ‘Coco’ Basile le convocó para un amistoso internacional contra Brasil (¡el clásico planetario, quizá!) a disputarse el día 18 del segundo mes en el Monumental de Buenos Aires, con el que la AFA (la federación argentina) festejaría su propio centenario. Solo días después, Maradona también estaba llamado a una cita más seria, un duelo contra Dinamarca por la Copa Artemio Franchi (preludio de la actual Confederaciones), con un título intercontinental oficial en juego.

Pose inconfundible.

Estas dos citas supondrían un loco doble viaje maradoniano Sevilla-Argentina, con partido de Liga española en mitad de los dos choques de selecciones. El club que le pagaba prohibió que participara en el segundo encuentro, pero Diego Armando hizo oídos sordos. Quería volver a escuchar el himno en el césped y con el brazalete de capitán, sentir el calor de la hinchada: nadie se lo impediría. Desde ahí empezaría su cuesta abajo como sevillista.

Por tanto el 18-2-1993, en mitad de un ambiente brutal, el Rey Arturo de la Albiceleste volvió a encabezar a los suyos contra la canarinha, más de dos años y siete meses después de su última vez. El encuentro no tenía más trascendencia, pero resultó competido y entretenido, un 1-1 con goles de Mancuso y Luiz Henrique.

Otra vez rodeado de amarillos, como en octavos de Italia ’90.

El ‘10’ dirigió bien a sus compañeros, metió buenos balones, se mostró intenso, mandó un tiro libre al travesaño y falló una volea en posición clara. Fue a menos con el paso de los minutos, pero en general realizó una actuación satisfactoria y aplaudida, emocionante casi. Lo importante estaba conseguido: ¡había vuelto!

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Odiseas dieguiles: 2 semanas, 5 partidos, 4 Atlánticos

Fuente: infobae.com.

Los primeros 15 minutos de aquel duelo liguero entre el Sevilla y el Athletic de Bilbao (rivales directos por puestos UEFA) resultaron chocantes. Aquel 28 de febrero de 1993, gran parte del estadio pitó cada una de las intervenciones de su jugador estelar, Maradona. Después, lo entretenido del encuentro (3-1 para los andaluces) hizo que esa actitud se fuera diluyendo.

Al final del choque, el ‘Pibe de Oro’ declaró ante los micros: “No quiero que los sevillistas piensen que vine a robarles algo”. Y recordó, “hicimos 12.000 kilómetros para jugar con el Sevilla y encima nos silban. Espero seguir viviendo en Sevilla con la misma paz que hasta ahora”. Pero, ¿por qué el ídolo recibía sus primeras críticas?

Fuente: es.sports.yahoo.com.

El ‘10’ y su joven compañero y compatriota, un tal Diego Simeone, culminaban con aquel partido una loca odisea aérea y atlética que les llevó a cruzarse el Atlántico cuatro veces para jugar tres partidos de Liga y dos de selecciones embutidos en 14 días. Además, el segundo viaje para retornar a la Albiceleste no estaba consentido por el club, pero tampoco podía detenerles. El público sevillista la tomó solo con el Diego más veterano, quizá por considerarlo cabecilla y símbolo de aquello, y porque en ese lapso destacó más con la Selección.

Era inevitable que el organismo de aquel ‘Pelusa’ con ya muchos kilómetros notara tanto trote. Estos fueron los hitos:

– Domingo, 14 de febrero de 1993: Sevilla-Valencia en el Pizjuán (2-2), gran actuación maradoniana que incluyó sendas preciosas asistencias para el doblete de Davor Suker.

– Jueves, 18 de febrero: amistoso Argentina-Brasil en el Monumental de Buenos Aires. Fue el primer partido internacional del ‘10’ desde el Mundial ’90, es decir en dos años y medio.

– Domingo, 21 de febrero: Logroñés-Sevilla en el estadio riojano de Las Gaunas (2-0). Es la parte más fantástica de todo el macroviaje, porque los dos argentinos apenas pasaron 16 horas en suelo español. Aterrizaron en Madrid a las 6.00 del mismo día del encuentro, y una avioneta los llevó al encuentro en Logroño, que comenzó a las 17.00 horas. Aparte de la derrota, Maradona pasó desaprecibido.

– Miércoles, 24 de febrero: Argentina-Dinamarca en Mar del Plata por la Copa Artemio Franchi, una suerte de Copa Intercontinental de selecciones. Tras 1-1, prórroga y penaltis (120 minutos en vez de 90), el ‘10’ logró su segundo título internacional de mayores. Es de entender la celebración…

– Domingo, 28 de febrero: aquel Sevilla-Athletic. A partir de ahí, casualidad o no, el Diego sevillista, que ya estaba poniéndose a tono, se desplomó.

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Maradona en acción el 1 de enero

Aquel Diego-Briegel del 1 de enero. Foto: OldFootballPhotos

¿Un torneo oficial de selecciones el primer día del año? ¿Es posible? Pues sí, al menos hubo uno. Hace 39 años, el 1 de enero de 1981, Argentina debutó en la Copa de Oro (alias Mundialito), un fascinante minicampeonato puntual y de nivelazo disputado íntegramente en el estadio Centenario de Montevideo desde el 30 de diciembre de 1980 y el 10 de enero del año siguiente. Y el calendario dictaba que ese día inaugural de 1981 midieran fuerzas Argentina y la República Federal de Alemania. Ganó la celeste y blanca del joven ‘Pelusa’ por 2-1.

A la FIFA se le había ocurrido una idea para celebrar el medio siglo de su primer Mundial, organizado en Uruguay a mediados de 1930. Para celebrarlo (y hacer caja), quiso reunir en el mismo escenario de la primera gran finalísima a todos los campeones planetarios que había entonces, que por orden cronológico eran justamente Uruguay, Italia, Alemania Federal, Brasil, Inglaterra y Argentina. Los ingleses no fueron –rara vez participan en la primera edición de algo-, y a cambio entraron los holandeses, últimos subcampeones planetarios.

El Mundialito tuvo su atractivo: era un título oficial sin precedentes ni aún sucesores, y quizá por la falta de fútbol en plenas vacaciones navideñas alcanzó bastante repercusión. Casi con calzador, la FIFA colocó el partido inaugural en el penúltimo día de 1980, para que cuadrara en el año del 50º aniversario, aunque todos los demás partidos sucedieron en 1981.

A Argentina le tocó un grupo con los germanos y Brasil; solo el primer clasificado pasaría a la finalísima. Y, aquel 1 de enero, se produjo el consabido choque estilístico entre los gauchos de Menotti, dominadores del esférico, y los briosos centroeuropeos, entregados al repliegue y la marca al hombre de los cerebros rivales. Aquí se dio el primer gran duelo Maradona-Briegel, que se repicaría en el futuro en la liga italiana.

La Albiceleste, que venía de una agotadora concentración de un mes preparando el torneo, empezó por detrás (gol del tanque Hrubesch). Pero insistió y remontó con dos tantos en los últimos minutos, goles de Kaltz en propia puerta y Ramón Díaz cerquita ya del pitido final. Diego no pudo destacar, con el gigantón y a la vez velocista Briegel encima, pero dejó algún gran detalle de clase. El clásico sudamericano del 4 de enero decidiría finalista…

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El sorteo de la FIFA, «una farsa»

Linda imagen con la ‘maglia azzurra’. Foto: www.calciocasteddu.it.

Los dos últimos campeones del mundo de fútbol, Italia (1982) y Argentina (1986), se midieron en un potente amistoso disputado hoy hace 30 años en el estadio Sant’Elia de Cagliari, preciosa isla de Cerdeña. Nada menos que el organizador del Mundial ‘90, a meses vista de su estreno, contra el equipo del jugador que buscaba revalidar corona planetaria tras haber roto moldes cuatro años antes.

El partido en sí fue horrible. Un 0-0 repleto de prudencias, miedos, faltas y aburrimiento. En realidad, lo que dio que hablar (incluso durante las siguientes semanas) fue lo que salió por boca de Maradona nada más pisó territorio insular: que el sorteo de grupos del campeonato global, celebrado el 9 de diciembre en Roma, había sido “una farsa”.

“Ya estaba todo decidido, todo arreglado, todo cocinado”, se desmarcó el ‘Pibe de Oro’. “Lo único que nos faltaba es que nos pusieran en el mismo grupo con Italia. Nos tocó el grupo más difícil del campeonato, sin lugar a dudas”. Además de la propia Argentina, dicha liguilla incluía a Camerún y dos países de nivel pero en crisis política: la URSS (al borde de la disolución) y Rumanía (en plena convulsión tras el derrocamiento y fusilamiento del dictador Ceaucescu).

En cambio, al país organizador le había correspondido el grupo más fácil, según los críticos: Austria, Checoslovaquia y Estados Unidos. La FIFA estaría persiguiendo, según ellos, beneficiar precisamente a Italia. Casualidad o no, en el Mundial ’90 la Azzurra no se topó con alguien de su talla hasta la semifinal contra… ¡Argentina!

Pero eso es viajar mucho hacia el futuro. A la FIFA y a la propia federación italiana, las acusaciones maradonianas les sentaron como un tiro. El secretario general de la FIFA, que ya entonces era Joseph Blatter, dijo que Diego “debe de estar loco, o es idiota”. Insinuó que incluso podría ser sancionado sin Mundial. Por supuesto, nunca sucedió.

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El ‘salvador de la patria’, capítulo II

Argentina y Australia tuvieron que esperar durante 17 eternos días para volver a enfrentarse en la Repesca intercontinental de 1993, esta vez en el estadio Monumental de Buenos Aires. Como ya vimos, para este doble duelo la celeste y blanca había tenido que recurrir al talismán: un delgado pero desentrenado Maradona, convocado como ‘salvador de la patria’. Había que aliviar el shock que supuso el 0-5 ante Colombia, y la pérdida consiguiente del billete directo al Mundial de Estados Unidos ’94.

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En la ida en Sidney, el combinado aussie y Argentina habían igualado 1-1, con gran asistencia maradoniana en el golazo de testa de Balbo. La teoría, basada en el supuesto potencial de cada equipo, decía que la Albiceleste debería resolver con cierta facilidad en el partido de vuelta ante los suyos, tal día como hoy hace 26 años. Pero el argumento se parecía mucho al de la jornada del 0-5…

Y además el ‘Pelusa’, secretamente, estaba lesionado. Terminó con una contractura el encuentro de ida: aquellos 90 competitivos minutos que le hicieron mella, porque llevaba mucho tiempo casi sin fútbol. De cara a la vuelta, no había logrado recuperarse, y se le unió el crónico problema en el nervio ciático. Pero se calló todo, y ejerció de capo del vestuario.

Con todas las trabas, el ‘salvador’ no estuvo mal. Guardó la pelota (a Argentina le valía el 0-0), envió dos precisos pases que sus compañeros no pudieron convertir en gol, rodó por el suelo a menudo (recibió nueve faltas). Y festejó a tope el afortunadísimo 1-0 de Batistuta, un tiro sin ángulo que rebotó en la pierna de un defensa, provocando una extraordinaria parábola que sorprendió al portero australiano.

Tras la angustia, el júbilo de los 70.000 presentes: ¡Argentina, de nuevo en el Mundial! Quedaba poco más de medio año, pero era una era geológica en términos maradonianos: a saber qué sería del ‘10’ para entonces. De momento, el público saludó el billete planetario y el retorno de la magia con el cántico de siempre: “Maradooooo, Maradooooo…”.

El gol de Bati:

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