¿Un torneo oficial de selecciones el primer día del año? ¿Es posible? Pues sí, al menos hubo uno. Hace 39 años, el 1 de enero de 1981, Argentina debutó en la Copa de Oro (alias Mundialito), un fascinante minicampeonato puntual y de nivelazo disputado íntegramente en el estadio Centenario de Montevideo desde el 30 de diciembre de 1980 y el 10 de enero del año siguiente. Y el calendario dictaba que ese día inaugural de 1981 midieran fuerzas Argentina y la República Federal de Alemania. Ganó la celeste y blanca del joven ‘Pelusa’ por 2-1.
A la FIFA se le había ocurrido una idea para celebrar el medio siglo de su primer Mundial, organizado en Uruguay a mediados de 1930. Para celebrarlo (y hacer caja), quiso reunir en el mismo escenario de la primera gran finalísima a todos los campeones planetarios que había entonces, que por orden cronológico eran justamente Uruguay, Italia, Alemania Federal, Brasil, Inglaterra y Argentina. Los ingleses no fueron –rara vez participan en la primera edición de algo-, y a cambio entraron los holandeses, últimos subcampeones planetarios.
El Mundialito tuvo su atractivo: era un título oficial sin precedentes ni aún sucesores, y quizá por la falta de fútbol en plenas vacaciones navideñas alcanzó bastante repercusión. Casi con calzador, la FIFA colocó el partido inaugural en el penúltimo día de 1980, para que cuadrara en el año del 50º aniversario, aunque todos los demás partidos sucedieron en 1981.
A Argentina le tocó un grupo con los germanos y Brasil; solo el primer clasificado pasaría a la finalísima. Y, aquel 1 de enero, se produjo el consabido choque estilístico entre los gauchos de Menotti, dominadores del esférico, y los briosos centroeuropeos, entregados al repliegue y la marca al hombre de los cerebros rivales. Aquí se dio el primer gran duelo Maradona-Briegel, que se repicaría en el futuro en la liga italiana.
La Albiceleste, que venía de una agotadora concentración de un mes preparando el torneo, empezó por detrás (gol del tanque Hrubesch). Pero insistió y remontó con dos tantos en los últimos minutos, goles de Kaltz en propia puerta y Ramón Díaz cerquita ya del pitido final. Diego no pudo destacar, con el gigantón y a la vez velocista Briegel encima, pero dejó algún gran detalle de clase. El clásico sudamericano del 4 de enero decidiría finalista…
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