(1980) Golazo sobre los charcos ante el Cosmos neoyorquino

El tanto. Fuente: enunabaldosa.com.

El Bicho Colorado de 1980 aún se resistía a lo inevitable (perder a Maradona). Por eso, cuando podía disputaba amistosos para conseguir dinero de donde fuera, aunque estuviera peleando en la parte alta del Campeonato Metropolitano argentino.

Esta es una de las explicaciones del famoso duelo jugado tal día como hoy hace 41 años, el viernes 21 de marzo de 1980: nada menos que Argentinos Juniors contra el New York Cosmos, en el estadio José Amalfitani de Vélez Sarsfield. Fue metido en esa fecha con calzador entre la derrota del miércoles 19 en partido oficial en La Bombonera (2-1 para Boca) y el empate como local ante Platense (0-0), un choque que tuvo que ser desplazado al lunes…

El Cosmos era el buque insignia del campeonato futbolístico más importante de Estados Unidos por entonces, la North American Soccer League (NASL); tampoco terminó de cuajar. Se caracterizó por llevarse a tierras yanquis a grandes estrellas mundiales a golpe de talonario (el mejor ejemplo: Pelé), aunque habitualmente hubieran dejado lo mejor de sus carreras ya atrás. En ese momento, el figurón de aquella especie de combinado all-star era Franz Beckenbauer, que compartía vestuario con otros fenómenos como el brasileño Carlos Alberto, el paraguayo Romerito o el italiano Chinaglia.

Auténticas cataratas de agua descargadas por las nubes encharcaron el gran césped del Fortín de Liniers, lo que no impidió el partido, con victoria estadounidense (1-2). Y, en mitad de la tormenta, golazo del ‘10’, tras burlar al portero como quien le da un sorbo a la cerveza. ¡Aquí lo tienen!:

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(1980) San Lorenzo cae por fin ante el ‘10’

El ’10’, contra el ‘Cuervo’ aquel 1980. Fuente: excelsior.com.mx.

Aquel 17 de febrero de 1980 apenas se cumplía la segunda fecha del Campeonato Metropolitano, en el que el Argentinos Juniors dirigido por Miguel Ángel ‘Zurdo’ López quería aspirar al cetro nacional de una vez por todas. En la primera jornada, el ‘Tifón de Boyacá’ del capitán Maradona se había impuesto por 2-3 a Independiente, mientras que al ‘Ciclón de Boedo’ (o de Almagro), el mítico San Lorenzo, le había tocado descansar (era una liga de equipos impares). Ambos ‘ventarrones’ chocarían hoy hace 41 años en la cancha de Vélez, elegida por Argentinos para la ocasión.

Con solvencia pero sin demasiados guiños a la galería, el ‘Bicho’ le metió tres al ‘Cuervo’ sin despeinarse mucho, incluido el 3-0 protocolario de Dieguito, remachando con todo de testa al rebote de un tiro al palo de un compañero. Fue el cuarto gol de cabeza de su carrera en partido de competición oficial. Doblaba la rodilla el San Lorenzo de dos viejos amigos: el entrenador brasileño Delém, echado hace pocos meses acusado de la directiva de blando; y el lateral izquierdo Minutti.

Este triunfo marca un hito doméstico en la historia deportiva del ‘10’, que se estaba acercando a batir al Big five del fútbol argentino al completo. Tradicionalmente se habla de los ‘Cinco Grandes’ del balompié del país, un grupo creado casi oficialmente en los años 30 a base de criterios como títulos conseguidos, número de socios o temporadas en Primera. Lo forman Boca, River, Independiente y Racing de Avellaneda y el propio San Lorenzo de Almagro, más allá de que en 1980 algunos ya llevaran demasiados años sin éxitos.

Y Maradona había batido ya a Boca, River e Independiente, pero nunca a San Lorenzo hasta 1980 (amistosos al margen). En los anteriores cuatro enfrentamientos entre el pichón de crack y los azulgranas del Papa Francisco, se habían registrado dos 1-1 (1976, 1978) y dos derrotas (0-1 en 1977, 0-2 en 1978). Granito a granito de arena, el ‘10’ se iba quedando sin cumbres que alcanzar en su país. La quinta, Racing, también caería escasas semanas después.

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Novena falta a las mallas

Quien vio chutar tiros libres al ‘Pelusa’ no lo olvida. La rosca endiablada buscaba cualquiera de los ángulos de la portería, y en 59 ocasiones consiguió que la pelota también cantara gol. Sin datos completos de sus competidores más antiguos, no hay duda de que fue uno de los mejores especialistas del fútbol también a la hora de lanzar faltas.

Si nos ceñimos a una única temporada, su récord personal es escalofriante: nueve. Lo estableció tal día como hoy, en 1980. Argentinos Juniors visitaba a Huracán por el Campeonato Nacional, el torneo que cerraba la temporada entonces. Y perdió 3-2, pero no importó tanto porque:

– El Bicho Colorado ya estaba clasificado para cuartos de final.

Maradona logró los dos goles, que le sirvieron para llegar a los 18 y volver a coronarse máximo goleador de un torneo argentino (por quinta vez, ¡a los 20 años!).

– Y Diego Armando anotó el segundo de tiro libre, convirtiendo el noveno gol de falta de la campaña 1980 (por entonces, el año futbolístico coincidía con el año natural en Argentina). El segundo registro data de la campaña 87-88 con el Napoli, cuando llegó a ocho entre Serie A y Coppa Italia.

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Los nueve tiros libres se repartieron en ocho de los 45 encuentros de aquella campaña 1980 de Argentinos (Campeonato Metropolitano+Campeonato Nacional). Las cuentas salen porque hubo un doblete: solo una semana antes del enfrentamiento contra Huracán, Diego le había clavado dos faltas a Boca Juniors, el día de su mítico póker

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Cuatro goles para la eternidad

Cuatro fotogramas de otros tantos goles.

En el álbum dorado de Diego Armando Maradona, el 9 de noviembre es una fecha que centellea entre las que más. Tal día como este, allá por 1980, marcó cuatro goles por primera y última vez en su vida profesional. Y no se los hizo a cualquier equipito, sino a Boca Juniors, gigante del fútbol rioplatense al que se sumaría solo meses después. Y, lo rara vez visto: la todavía afición adversaria aclamó su proeza. ¿Cómo no iba a ir…?

Situémonos. Se disputaba la antepenúltima jornada del Campeonato Nacional ’80, y Argentinos Juniors tenía la suerte de contar aún con el superclase Dieguito, aunque cada vez estaba más claro que no había dinero para seguir reteniendo al figurón durante mucho más. Y el Bicho Colorado escogió el estadio de Vélez Sarsfield –mucho más grande que el suyo- para recibir al coloso auriazul. Un ‘grande’ en horas bajas, pero seguía siendo Boca.

Ambos equipos luchaban por clasificarse para cuartos de final del torneo, con más posibilidades para Argentinos. Por todo esto, la motivación de Maradona y compañía era máxima. Pero había algo más: el factor Gatti.

Hugo Gatti, el veterano, excéntrico y lenguaraz portero boquense, había cometido el error de cabrear al joven ‘Pibe de Oro’. Días antes, en un periódico de provincias, vino a decir que se exageraba con su talento, y que su físico le invitaba a pensar que en unos años sería un “gordito”… Sus palabras fueron repicadas en otro medio de la capital justo en la víspera del choque, y el morbo ya estaba servido. Porque las críticas siempre fueron combustible para el ‘10’…

Así que la venganza fue terrible. Argentinos se impuso por 5-3 en un partido loco, en el que adquirió más ventaja en la segunda parte. Y cuatro de los tantos, esas saetas al parlanchín, fueron obra del ’10’: un penalti, dos tiros de falta, un mano a mano. En resumen:

– El primero, a los 23 minutos (1-1): centra Diego, ¡de rabona!, y la bola pega en la mano de un adversario. Penalti, porque es dentro del área: él mismo transforma la pena máxima con enorme clase y suavidad, engañando totalmente a Gatti.

– El segundo, a los 42 (3-2): una de las grandes genialidades de toda la trayectoria maradoniana. Al crack hacen falta cerca del lateral derecho del área grande, y aprovecha el despiste general para levantarse rápido y chutar desde ahí, con no mucho ángulo. El balón vuela sobre cabezas amigas y adversarias, pega en el palo largo y entra.

– El tercero, a los 48 (4-2): Pasculli le envía por alto un pase perfecto y baja el balón con el pecho, desmarcado en la corona del área. Aprovechando el bote, solo ante Gatti, se la toca con el exterior de la zurda hacia el palo más lejano.

– El cuarto, a los 75 (5-2): brillante pared del ‘10’ con Espíndola, y el fenómeno es cazado por un zaguero en ese complicado límite entre dentro y fuera del área. El árbitro dice que fuera, pero da igual: el ‘Pibe de Oro’ clava la falta por la escuadra…

Al final del choque, los derrotados seguidores de Boca incluso se adelantan a la hinchada de Argentinos en el famoso coro: “Maradoooooo…”. Y el chaval se conmueve: “Me dieron ganas de llorar”.

Epílogo: con este resultado, Argentinos Juniors se clasificó para cuartos, pero allí fue rápidamente eliminado. Era lo lógico: en el cruce no pudo estar su Maradona, concentrado con la Selección.

De hecho, después de su clamoroso póker, Diego solo pudo disputar otros dos encuentros oficiales -y un puñado de amistosos- vestido de colorado. Tras agotadoras negociaciones y mucha plata de por medio, meses después pasó a otra dimensión. El 20 de febrero de 1981 jugó un simbólico amistoso en La Bombonera, nada menos que Boca-Argentinos: el primer tiempo con la camiseta del equipo donde nació y creció, el segundo con la de su inminente amor eterno.

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14 partidos seguidos goleando

Normalmente, la función principal del número 10 de cualquier equipo no suele ser la de convertir goles, sino la de posibilitarlos. En Argentina, al mediapunta le llaman “enganche”: el que enlaza a medios y delanteros por la vía del balón. En Italia es un nombre hasta romántico: “fantasista”.

Sí, Maradona será el fantasista por antonomasia, regateador de leyenda y pasador sublime. Pero también marcaba muchos goles: 326 en partidos de competición oficial. Sumó siete títulos de máximo anotador en su trayectoria: cinco en torneos de Primera División en su país (todos con Argentinos Juniors) y otros dos en la temporada 87-88 con el Napoli italiano, cuando fue el capocannoniere tanto de la Serie A como de la Coppa Italia.

Además, en cuanto a rachas de festejos, su récord personal es de nada menos que 14 encuentros oficiales seguidos marcando al menos un gol, repartidas entre dos temporadas diferentes. Se produjo durante su preciosa época en el conjunto colorado, concretamente entre las últimas ocho jornadas del Campeonato Nacional de 1979 (el torneo que entonces cerraba el año futbolístico argentino) y las seis primeras del Campeonato Metropolitano de 1980 (el que lo abría).

En esos 14 choques, celebró 19 dianas. No está mal, para no tratarse de su misión prioritaria…

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