El principio del fin del Maradona azulgrana

Junto al capitán del United, Bryan Robson, y Vautrot, árbitro del choque. Fuente: MotherSoccer.

El público del Camp Nou no fue justo con su capitán. Hoy hace 37 años, aquella noche del miércoles, 7 de marzo de 1984, el Barça recibía nada menos que al Manchester United, en la ida de cuartos de final de la Recopa de Europa. Quizá era el duelo estelar de toda la competición, y Maradona no quiso perdérselo pese a estar… muy mal.

Semana y media antes, Diego terminó lesionado el decepcionante clásico contra el Real Madrid (derrota por 2-1 en el Bernabéu). Los Servicios Médicos culés dictaron rotura de fibras en el bíceps femoral de la diestra, y 15 a 20 días de baja. Pero el ‘10’ recurrió a su hombre-milagro particular, su compatriota el doctor Rubén Oliva, el mismo que le ayudó a dinamitar plazos cuando la lesión de Goikoetxea. Para él, era un problema del nervio ciático (!).

El caso es que, tratado por Oliva, el ‘Pibe de Oro’ volvió a acortar tiempos y forzó para saltar al césped en el partidazo contra uno de los ‘grandes’ de Inglaterra. Pero lo hace dura y repetidamente infiltrado para superar sus fuertes dolores. Se habló de que recibió ¡nueve inyecciones en la víspera…!

El Barcelona se impuso por 2-0, más de lo merecido, en un encuentro que decepciona en su conjunto. El 1-0 fue de un inglés en propia puerta, y el 2-0 un chupinazo del canterano rojo desde 30 metros en el minuto 90. Buen resultado para la vuelta en Old Trafford, pero la noticia es que Maradona, que no brilla, ¡es pitado por parte de la afición blaugrana! Era la primera vez que le pasaba en el Barça.

Sufriendo en aquel choque.
Foto: es-la-guerra.blogspot.com.

El ‘10’ terminó sustituido en el minuto 71. Quizá no tenía que haber jugado, porque no estaba en condiciones. Pero no sentía reconocido su esfuerzo, y en este partido empezaría a escribirse su adiós al gigante catalán. Meses más tarde, al borde del traspaso al Napoli, su representante Jorge Cyterszpiler confirmaría que aquello “fue un duro golpe moral” para Maradona, “porque se dio cuenta de que nadie había apreciado su sacrificio”.

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Eliminatorias en las que Diego gritó: ¡remontada!

Una de las más estimulantes sensaciones del mundo del deporte es esa de darle la vuelta a un marcador adverso en un cruce eliminatorio. ¡Remontada!: la adrenalina se traduce en éxtasis cuando el que se daba por muerto en el choque de ida termina reviviendo en la segunda parte. Y eso no sucede tan a menudo a lo largo de una carrera futbolística, se tienen que dar muchas condiciones. Empezando, claro, por disputar muchos duelos victoriosos a ida y vuelta. Y que el marcador no haya sonreído en los de apertura.

En concreto, nuestro Maradona fue copartícipe de seis remontadas en eliminatorias a doble partido y en competición oficial, todas ellas en Europa. Tal día como hoy pero hace 36 años, el 8 de febrero de 1984, llegó a la tercera, en octavos de final de la Copa del Rey 83-84.

Su FC Barcelona había caído por sorpresa en la ida en Alicante, en cancha del Hércules, un rival de Segunda División (2-1). Fue sin Diego, baja por rotación decidida por el técnico Menotti. Y unos días después, en aquella fría y ventosa noche en el Camp Nou, los azulgranas pusieron las cosas en su sitio con el 3-0 final, pero no lograron el primer gol hasta el minuto 70, obra de Schuster. Después Maradona –cruzando un centro a la red- y Quini redondearían el resultado, aunque los culés ya habían recibido desde mucho antes los pitidos del público. Sin embargo: ¡remontada!

Estos son todos los cruces a dos partidos que consiguieron remontar las escuadras maradonianas tras haber perdido el primero. Solo se cuentan aquellos en las que participó al menos en uno de los dos encuentros (y siempre jugó el segundo). Como curiosidad, Maradona marcó un gol en cinco de estas seis eliminatorias: en todas menos la última. En cuatro de ellas, la remontada se consumó en casa.

1) Curso 82-83, cuartos de final de Copa del Rey: Athletic de Bilbao-Barcelona (1-0, 0-3).

2) Curso 82-83, semifinales de Copa de la Liga: Atlético de Madrid-Barcelona (1-0, 2-5)

3) Curso 83-84, octavos de Copa del Rey: Hércules-Barcelona (2-1, 0-3)

4) Curso 87-88, octavos de Coppa Italia: Napoli-Fiorentina (2-3, 3-1)

5) Curso 88-89, cuartos de Copa de la UEFA: Juventus-Napoli (2-0, 0-3)

6) Curso 90-91, cuartos de Coppa Italia: Napoli-Bologna (0-1, 3-1)

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Maradona, épico en la encerrona de San Mamés

Fuente: fcbarcelona.es.

Aquel 29 de enero de 1984, fecha número 21 de las 34 de Liga, era solo el cuarto partido de Maradona desde que Goikoetxea (Athletic de Bilbao) le reventara el tobillo a finales de septiembre anterior, y tras su acelerada recuperación. Aún falto de forma, el ‘10’ demostró que no se arrugaba: allí comparecería en ‘La Catedral’ de San Mamés, feudo de los bilbaínos, y con Goiko enfrente.

“Aquello está olvidado, y solo importa la victoria”, mintió Diego antes del choque. Había demasiadas cuentas pendientes. El Barça había pasado meses sin su estrella, y el mismo Schuster retornaba por primera vez al campo donde también cayó lesionado de gravedad a finales de 1981 (…por otro choque contra Goiko, aunque más fortuito).

¡El Athletic de Javier Clemente se sentía también perjudicado! Goiko y los suyos decían ser víctimas de una caza de brujas, clamando por que la ‘patada del siglo’ no fue con mala intención. Al propio agresor le cayeron siete partidos de sanción, que en principio iban a ser muchos más. El público que llenó el estadio hasta la bandera no dejaría de insultar a los culés e incluso lanzar objetos. Unamos todo a la lluvia y el fresquete normales en el invierno vasco, y a la situación clasificatoria (Athletic líder, Barça cuarto a 6 puntos), y el cóctel sabrá a heroico, fascinante.

Y Maradona no dio la cara y el resto del cuerpo. Ejerciendo esta vez más como ariete puro que como creador, se les escapó varias veces a sus marcadores, normalmente Núñez o Liceranzu. Se mostró enchufado e intenso, y logró los dos goles que les dieron la victoria a los catalanes (1-2).

En el primero (0-1, minuto 12), recibe un gran pase de Víctor, penetra en el área a gran velocidad, chuta, detiene el arquero Zubizarreta, se lleva el rebote a trompicones y marca. En el segundo (1-2, minuto 77), en un saque de esquina, su compañero Alexanco toca de testa y el ‘Pelusa’, mucho más bajo que todos los que le rodean, cabecea con fuerza desde el área chica. No era día de dejarse amedrentar. Y no se dejó.

Aquí, el resumen del encuentro:

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El hombre que anuló a Diego… sin palos

Diego y el marcador rojillo.

Era pronto, era demasiado pronto. Aquel 15 de enero de 1984 en Pamplona, nuestro Maradona solo cumplía el segundo partido tras superar la peor lesión de su carrera, la célebre fractura del maléolo producida por Goikoetxea. Había acortado los plazos de forma encomiable para retornar, pero lógicamente le faltaba ritmo.

El Barça de Menotti intentaba recobrar el pulso de la mano de la recuperación de su crack. No estaba tan lejos del líder, precisamente el Athletic de Goiko, solo tres puntos por delante en la era en que las victorias daban dos. Se acababa de inaugurar la segunda parte del campeonato, quedaba media Liga, pero era importante que Diego Armando jugara ya.

Sin embargo, aquella fría tarde de domingo supuso un paso atrás. Los culés visitaban a Osasuna, modesto que sin embargo les había batido en sus anteriores tres duelos en su campo de El Sadar. El Barça volvió a caer allí con estrépito (4-2, 3-0 en el minuto 20). Y, a pesar de que marcó los dos goles blaugranas (ambos de penalti), el astro argentino no brilló lo más mínimo. Sufrió un marcaje histórico por parte del anónimo Javier Castañeda. Salvo para disparar desde los once metros, Diego apenas tocó su querido balón.

Los dos protagonistas. Foto: es.slideshare.net

El central madrileño Castañeda, canterano merengue, llevaba en Osasuna desde 1980, y gobernaría la defensa rojilla hasta 1991, estableciéndose por entonces como osasunista con más partidos en Primera (348). Pero aquella fue su gran tarde de gloria individual, además con una deportividad exquisita.

Castañeda no cometió ninguna salvajada como Goikoetxea. Tampoco aplicó sobre el ‘10’ una sucesión impune de faltas, como cuando el marcaje de Gentile en España ’82. Ni le persiguió por los cuatro puntos cardinales, como el peruano Reyna haría en 1985. Simplemente, le ganó todos los duelos al crack, y sin violencia alguna.

Aunque partía en desventaja (le faltaba mucho entrenamiento tras la dolencia), Maradona lo destacaría siempre como uno de los mejores y más nobles marcajes que jamás sufrió. Al final del encuentro, aplaudió al rojillo: “Me ha ganado limpiamente la partida”.

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Tobillo sano en 102 días

Maradona en su primer entreno con Menotti en el Camp Nou.

La noche del 24 de septiembre de 1983 fue aciaga para Maradona y para el Barça, el club que por entonces le pagaba. En el minuto 57 del duelo contra el Athletic de Bilbao, Goikoetxea realizó la famosa y salvaje entrada que le pudo costar la carrera al ‘10’. El divino tobillo izquierdo quedó hecho trizas tras una de las patadas más famosas de la historia: fractura del maléolo con arrancamiento de ligamentos y luxación.

Esa misma madrugada, el doctor culé González Adrio operó de urgencia y con éxito al crack. Y, más allá de la mediática indignación por el daño sufrido, empezó la tradicional carrera especulativa: ¿cuánto tiempo estaría de baja el fenómeno?, se calculó que tardaría hasta cinco meses. Y más importante aún: ¿su pierna mágica sería la misma a la vuelta?

El resultado, por suerte para todos –incluso Goikoetxea-, fue positivo en ambos casos. Diego Armando estrujó los plazos y retornó a los entrenamientos 102 días más tarde del hachazo, es decir, menos de tres meses y medio después de la agresión.

Fue tal día como hoy, el 4 de enero de 1984, en una práctica realizada en el mismo estadio barcelonista donde el héroe cayó. Ese día le esperaba ya el nuevo entrenador culé, su viejo amigo César Luis Menotti, sustituto del recién fulminado Udo Lattek. El 8 de enero ya jugaría su primer partido. Y, como veríamos a menudo más adelante, el pincel izquierdo no había perdido arte (solo un ejemplo: México ’86).

Hasta ese momento, el trayecto no careció de polémica. Diego hizo caso a su médico de confianza, el ex galeno de la Selección Rubén Oliva, partidario de que volviera a pisar con la extremidad herida cuanto antes. En cambio, los Servicios Médicos del Barça exigían muchísimo más tiempo de inmovilización. Ganó el argentino, y de hecho el ‘Pibe de Oro’ cumplió casi la mitad de su recuperación en su país, con los suyos, a su aire. Salió bien.

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Alerta máxima culé: ¡hepatitis!

Foto: goal.com.

La Liga española 82-83 había consumido 15 jornadas de las 34 que había que jugar. Y estaba muy apretada por la parte de arriba, pero el FC Barcelona y su gran fichaje, el más caro de la historia del fútbol –un tal Maradona-, se iban conociendo. El argentino parecía cada vez más adaptado a un fútbol más táctico, grupal y físico como el europeo, tarea que al principio le costó un poco. Y estaba dando sus primeras lecciones mágicas.

En el áspero duelo del Camp Nou contra la Real Sociedad (14ª fecha), el Barça se impuso 1-0 pero perdió a Diego, sustituido a falta de un minuto por duro esguince en el tobillo derecho. Por eso, faltó a la 15ª jornada, de nuevo en casa, cuando el Athletic de Bilbao ganó por 0-1 sin el ‘Pelusa’ delante. Pero ya parecía recuperado para el siguiente encuentro, cuando cayó la bomba…

La prensa deportiva, especialmente la catalana, se echaba las manos a la cabeza tal día como hoy, en 1982: ¡Maradona era baja por tiempo indefinido! Según habían dado a conocer los Servicios Médicos barcelonistas horas antes, se le había descubierto una hepatitis (*) en otro tipo de control médico. ¡El Barça podría zozobrar sin su recién adquirido buque insignia!

(*) Con los años, varias fuentes han terminado sacando a la luz que se trataba de una enfermedad venérea, camuflada desde el club para aminorar el presumible escándalo. Por ejemplo, así se asevera en el libro De puertas adentro, de Lluís Lainz, sobre secretos y anécdotas culés. O, más recientemente, en el documental FC Maradona, dirigido por Roberto Rodríguez, sobre la época blaugrana del ‘10’.

Hepatitis o no, el virus sacó de la circulación a Diego Armando dejó al equipo huérfano. Una escuadra que ya había sido atacada por la fatalidad en años anteriores, con contratiempos en jugadores estelares que, probablemente, habían sido clave en la pérdida de dos Ligas: secuestro del goleador Quini (80-81) y grave lesión de Schuster (81-82).

El astro se perdió tres meses de competición, que incluyeron 12 jornadas de Liga, la Supercopa de Europa (derrota contra el Aston Villa), y algún partido de Copa del Rey y Recopa de Europa. A su vuelta, el 12 de marzo de 1983 (Barça 1-1 Betis), el club acababa de echar al entrenador alemán Udo Lattek y había fichado a César Luis Menotti, mucho más amable para el ‘Pibe de Oro’.

El equipo estaba aún enganchado a la competición, pero al ‘10’ aún le faltaba fuelle. Lo recuperaría, pero no a tiempo de ganar aquella Liga.

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El superclásico de otro país

En su primera y hasta entonces única campaña en Boca Juniors (1981), Maradona había disfrutado de la enormidad que es el superclásico argentino contra River, en cuatro ocasiones nada menos. Y durante la concentración de la Albiceleste de cara al Mundial ’82, por fin el FC Barcelona (ese viejo pretendiente) lo presentó como flamante y multimillonario fichaje. Meses después, el sábado 27 de noviembre de 1982, el ‘Pibe de Oro’ debutó también en el partido de partidos de otro país: ¡Real Madrid-Barça, en el Santiago Bernabéu!

Aún no había catado el nuevo plato principal, pero él mismo avisaba en la previa: “Quien diga que es un partido más, está mintiendo”. Y no lo fue. Los blancos dirigidos por el mito Di Stéfano eran líderes de la Liga 82-83, que transitaba por su 13ª jornada (de 34), y los blaugranas se situaban cuatro puntos por detrás. Otra derrota podía ser complicada para los catalanes.

Después, el nocturno partido fue tan gélido (2 grados centígrados) y embarrado sobre el césped como absolutamente caliente en las gradas. La afición merengue cargó contra el enemigo máximo como siempre, pero su intensidad subió, incluso, tras un posible penalti ignorado por el árbitro en el minuto 2. Desde ahí, todo fueron cánticos, abucheos, insultos y presión.

Sin embargo, el Barça de Udo Lattek se impuso por 0-2, completando un gran encuentro táctico de contención y contragolpe, guiado por un Diego sublime en un puñado de acciones. Eso, a pesar del nefasto terreno de juego y de los entradones que recibió.

Como muestra, los dos goles barcelonistas –ambos a la contra- procedieron de sendos envíos en profundidad del ‘10’, para que anotasen ‘Boquerón’ Esteban y Quini, minutos 14 y 86. Pero además protagonizó un par de cabalgadas antológicas a través de la ciénaga, con otros dos servicios que no aprovechan ni Carrasco ni el propio Quini.

Ahora, ya sabían también en España de qué era capaz el sudamericano. El Real Madrid, particularmente, lo experimentará cuatro veces más aquella misma temporada. Lástima de contratiempos que minaron aquel bienio barcelonista del ‘10’…

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